Estoy Celosa

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La rubia había convencido a la anciana de que bebiera su poción, dotando a la mujer de una vitalidad y energía que cualquiera envidiaría. Mientras la anciana le preparaba galletas como agradecimiento y hablaba de que nunca había conocido una bruja en su vida; ella contempló el frasco de vidrio vacío. Suponía que ya no había motivos para llevarlo como collar pero, aún así no quería deshacerse de ello. Después de todo, era su única conexión hacia Izuku; la única que se permitiría.

—¡Melissa!

En el marco de la puerta abierta, su amiga Ochaco se encontraba parada. Tenía una gran sonrisa en el rostro, que disimulaba los restos de lágrimas que la rubia no notó.

—¡Ochaco! —rápidamente se levantó para abrazarla y presentarla a la mujer—: Señora Dodds, ella es mi amiga Ochaco. Ochaco, ella es la señora Dodds, me dejó quedarme aquí en lo que ustedes me encontraban.

—Mucho gusto, señora —saludó la chica, algo aliviada de que su amiga estuviera a salvo.

—No me agradezcas, tu amiga me ha curado de mi enfermedad y gracias a ella podré bajar al pueblo a saludar a todos. Vengan, siéntense en lo que salen las galletas del horno. Definitivamente debes de darme la receta de esa poción, ¿necesito magia para prepararla?

Las muchachas se sentaron, ansiosas por las galletas.

—Sí, yo no tengo magia y logré prepararla —le explicó, luego pasó a preguntarle a Ochaco—. ¿Cómo me encontraste? ¿Seguiste mis aves, verdad? —inmediatamente la acribilló con preguntas, pues la de anteojos se encontraba emocionada de ver a su amiga—. ¿Dónde están los demás? Ah... estaba tan asustada cuando me caí... ¡Me alegra tanto que estés conmigo!

La brujita sintió una punzada en el estómago; su amiga era tan amable... y ella hace un rato había estado celosa. La miró con atención, entendía porque Izuku gustaba de ella. Era más segura de sí misma, mucho más madura, mucho más linda...

Apoyó su cabeza en el hombro de la princesa, otra vez quería llorar.

—Ochaco, ¿qué pasa?

Realmente a la rubia le preocupaba su bienestar, ¿por qué Melissa no podía simplemente ser una mala persona para no sentirse mal por los celos?

—Me peleé con Deku —murmuró.

Silencio incómodo, la mujer llevaba rato fuera recogiendo frutos rojos para decorar las galletas.

—Qué mal —entonces la de anteojos nuevamente habló—. ¿Por qué pelearon?

—Él... se empezó a poner violento de pronto y —no podía llorar, no en casa ajena—... No sé, no me parece la mejor forma de hacer las cosas.

Luego de otro silencio, la ojiazul habló:

—Ya sé qué podemos hacer al respecto.

Con cuidado, la de cara redonda se levantó y la miró al rostro.

—¿Qué cosa?

—Ya sé de qué manera convenceremos a todos de que no todos los brujos son malvados —su amiga tenía una expresión de júbilo; le recordó un poco al rostro que hacía a Izuku sonrojar y se esforzó por alejar esos pensamientos—. Haremos pociones como la que le di a la señora Dodds y las distribuiremos por nuestro viaje, ¿qué opinas?

—Vaya, es una gran idea —inmediatamente alejó los pensamientos negativos—. Si funcionó con la señora Dodds puede que también lo haga con más personas.

—¿Verdad que sí? Podemos empezar ahora mismo, aquí.

—Espera, yo no sé hacer pociones y soy pésima en eso —negó con tristeza—. Será mejor que las hagan tú y la abuela, yo podría echar todo a perder.

Hechízame, brujitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora