Capítulo 51: No soy él

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NARRA RYAN

Iba caminando por las calles de Londres, bajo el cielo oscuro, admirando la ciudad que de noche parecía como sacada de un libro.

Había pasado todo el día con unos amigos, hicimos un asado, vimos fútbol y jugamos videojuegos. Debo decir que me hizo falta la compañía de las chicas, pero un hombre necesita de vez en cuando un momento de solo hombres, para decir y hacer toda clase de inmadureces sin temor a la burla femenina. ¿Se imaginan que las mujeres vieran todas las tonterías que hacemos cuando ellas no están? Creo que las llevaríamos al borde de la desesperación.

Una calle más y llegué al edificio. Estaba muy exhausto, lo único que deseaba en ese momento era tirarme sobre la cama y dormir. Por cierto, ya tenía cama, Jacky me había dejado su habitación junto con todos los muebles, le pagué por ello, pero al regresar de su boda encontré el dinero dentro del ropero con una nota que decía: "Tómalo como un regalo".

Iba saliendo del ascensor cuando vi a Elizabeth al final del pasillo, subiendo con rapidez las escaleras. Me pareció extraño, así que pasé de largo la puerta del apartamento y la seguí. Subí de prisa cada escalón hasta alcanzarla en la azotea y fue entonces que escuché su fuerte llanto.

Completamente preocupado me acerqué a ella y tomé su rostro entre mis manos -ey ¿qué sucede?-

Pero separándose de mí escondió su rostro entre sus manos y me dio la espalda sin parar de llorar. Nuevamente me coloqué frente a ella y sin decir nada la abracé, enrollando su pequeño cuerpo con mis brazos, tratando de hacerla sentir segura.

Me destrozaba verla así, tan frágil e indefensa. Podía soportar cualquier cosa, menos verla sufrir.

¿Le había pasado algo? ¿Había recibido alguna mala noticia? ¿Es que alguien se había atrevido a hacerle daño? Si así hubiera sido juré que lo molería a golpes.

Ella me abrazó débilmente y enterró su rostro en mi cuello -Ryan- sollozó con voz quebrada.

-Tranquila, aquí estoy-

En respuesta apretó su agarre.

Estuvimos así, en ese intenso abrazo, por unos minutos, hasta que su llanto cesó. Lentamente nos separamos, pero continué tomando su mano.

-¿Te sientes mejor?- ella asintió, no muy convencida -¿hay algo que pueda hacer por ti?-

-No- susurró -acabo de enterarme que en la universidad todos me conocen como una cualquiera, una perra y una fácil-

Inmediatamente me llené de ira. Eso era completamente falso, desde que la conocí he visto a muchos hombres coquetearle, pero ella ni siquiera les dedica una mirada o una sonrisa, esa sonrisa hermosa que desarma a cualquiera.

Su rostro se arrugó en una mueca a punto de llorar de nuevo, pero antes que lo hiciera tomé su rostro con ambas manos e hice que me viera.

-Tú no eres nada de eso, y al diablo lo que piense la gente, ambos sabemos que eres una chica que se valora a sí misma-

-Lo sé pero, es muy difícil...-

-Sí, es muy difícil ignorar las estupideces de los demás, pero vamos, si no pueden ver tu verdadera esencia, entonces los que están jodidos son ellos. No importa lo que piensen los demás de ti, lo que importa es lo que tú pienses de ti misma-

Suspiró profundamente -no lo sé Ryan, no creo tener el valor para regresar a ese lugar-

-Yo estaré contigo a cada momento, no te dejaré sola, lo prometo- volví a tomar sus manos -entraré a tus clases si es necesario-

Un Juego de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora