Capítulo 64: Sin planear

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Era temprano por la mañana. Los cálidos rayos del sol entraban por la ventana de mi habitación, traspasando la cortina blanca y haciéndome despertar. Siempre decía que compraría una cortina negra, pero nunca recordaba hacerlo. Tal vez a mi subconsciente le gustaba ser despertado así, con el cálido abrazo del sol.

Y hablando de cálido, lo primero que sentí al despertar fue el cuerpo calientito de mi novio, o mejor dicho, mi futuro esposo... ¡Por Dios! Aún no me acostumbraba a decirlo. Habían pasado tres meses desde que Ryan me pidió matrimonio y aún me parecía algo irreal.

Me removí un poco, lo cual hizo despertar al castaño. Sus impactantes y cansados ojos azules se cruzaron con los míos.

-Buenos días, preciosa- amaba su voz por las mañanas, tenía un tono rasposo que le hacía sonar más sensual de lo normal.

-Buenos días, amor-

-¿Cómo amaneciste?- preguntó envolviendo mi cuerpo con sus firmes brazos.

-Excelentemente bien. Entre tus brazos todos mis amaneceres son perfectos-

-Excepto la vez que estabas furiosa conmigo. Ese día casi me rompes la lámpara en la cabeza-

Reí al recordar esa pelea que tuvimos hace meses -estaba asustada. Por la noche cerré con seguro la puerta de mi habitación y a la mañana siguiente había alguien junto a mí-

Él soltó una carcajada dejando escuchar el dulce tono de su risa -lo recuerdo bien. Te enfureciste aún más por haberte asustado-

-Y tuviste la gran idea de meterme a la ducha por la fuerza- hablé con sarcasmo.

-Pero, si bien recuerdo, saliste muy contenta de ahí después de lo que hicimos- alzó una ceja de forma sensual, seguramente sintiéndose satisfecho. Yo únicamente sonreí, dándole a entender que estaba en lo correcto.

Ambos guardamos silencio, dejando a nuestras manos acariciar el cuerpo del otro, diciendo todo lo que sentíamos a través del tacto, solo con el suave roce de nuestra piel. La mano de Ryan acariciaba lentamente mi brazo haciendo erizar mi piel, mi cuerpo reaccionaba así cada vez que él me tocaba de esa forma tan calmada. Y en cuanto a mí, me gustaba recorrer con mi dedo índice las líneas que formaban los cuadros de su abdomen.

Quería quedarme toda la mañana ahí con él, pero ambos teníamos cosas que hacer, así que en contra de mi voluntad susurré:

-Debemos levantarnos ya-

El castaño arrugó la frente mientras dejaba salir un quejido -¿no podemos quedarnos todo el día en la cama?-

-No, recuerda que hoy tienes una reunión de trabajo muy importante y yo debo ir a probarme el vestido de novia- hablé sumamente emocionada y él me vio de la misma forma.

-¿Puedo acompañarte?-

Negué -debe ser una sorpresa-

-Está bien, de todas formas sé que te verás hermosa ese día, sin importar lo que te pongas- depósito un beso en mi frente.

Nos levantamos y ordenamos la habitación antes de ir a preparar el desayuno. Todo estaba en completo silencio, lo cual me causaba algo de nostalgia, pues no dejaba de extrañar a mis amigas.

Jacky y Samuel seguían felizmente casados. Según ella, al principio fue difícil acostumbrarse a su nueva vida, pero con el pasar de los meses todo se fue acomodando. En cuanto a Linda, ella y Jonathan regresaron poco después de que Ryan y yo nos hicimos novios, y unos días después se mudaron juntos a una casa cerca del apartamento. Ahora tienen un hermoso bebé de casi dos años y una relación estable.

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