Era temprano por la mañana cuando desperté. Tenía un ligero dolor de espalda debido a que había estado durmiendo en el piso de la habitación de Linda, mi amiga me había dado una gran cantidad de mantas para que las pusiera debajo de mí, pero no era lo mismo que dormir en una cama. Estirándome un poco me levanté y luego recogí mi cama improvisada, como todos los días, después me di una rápida ducha y me cambié.
Terminando de acomodarme el pelo con la mano caminé a la cocina. Al entrar encontré a Elizabeth desayunando y leyendo un libro como era su costumbre. Por desgracia ese día nos encontrábamos solos, ya que Linda y Jacky habían salido. Ambos nos vimos de mala gana, pero ninguno dijo nada.
Me acerqué a uno de los muebles aéreos para tomar un plato y sin darme cuenta, con el borde de la mano, empujé una taza que estaba en la orilla, aquella cayó al suelo, quebrándose por completo y haciendo estallar una bomba llamada Elizabeth.
-¡Maldito idiota, quebraste mi taza!- exclamó ella de forma exaltada.
¿Por qué tanta agresividad por una simple taza?
-Es solo una taza. Puedes comprar otra-
Ella me vio mucho más furiosa que antes -¡no era solo una taza, era mi taza favorita!-
-Pues la culpable eres tú por dejarla en la orilla- sabía que el mayor culpable era yo por no tener cuidado, pero ella también era culpable por dejarla en un lugar inapropiado.
-¡Eres un grandísimo imbécil. Esa taza significaba mucho para mí y ahora está rota gracias a tu grandísima estupidez!- continuó gritando, haciéndome perder la paciencia.
-Sí sí, lo que digas- contesté tratando de no devolverle los insultos.
-Te exijo una disculpa-
No pude evitar reír sarcásticamente al oír aquello. ¿Esta chica realmente se cree la Reina Isabel, o qué?
-No lo haré-
-¿Lo hiciste intencionalmente verdad, para fastidiarme?-
¿Pero qué...?
No, esto era el colmo. Era hora de bajarla de ese escalón de superioridad y arrogancia en donde se encontraba.
-No. Tú crees que el mundo gira a tu alrededor y no es así- contesté fastidiado -te crees alguien especial y no lo eres. Eres quejumbrosa, caprichosa, desesperante, arrogante, orgullosa y grosera, no vales nada- estaba tan fastidiado que no medí mis palabras ni el tono con el que las dije -tal vez Jake se dio cuenta de ello y por eso ya no te ama, por eso te ignora. Entiende, no eres nadie especial, solo una pobre tonta que se idealiza a sí misma-
De pronto, sin darme tiempo de reaccionar, sentí una fuerte cachetada que me volteó la cara a noventa perfectos grados. Sentí un dolor espantoso e incluso pareció que se me durmió la mejilla. La volteé a ver desconcertado y de inmediato me topé con sus ojos llenos de dolor, ella quería decir algo, pero no pudo y en lugar de hablar salió corriendo.
Sintiendo mi mejilla arder me di cuenta de lo que había hecho, había descargado sobre Elizabeth toda la ira y rabia que tenía guardada por Rebeca y no era justo. Me sentí un gran imbécil al recordar todo lo que le dije, me sentía la peor persona del mundo, no podía creer lo grosero y patán que había sido con ella. Es verdad que ella me provocaba, pero no se merecía oír todas esas estupideces. Era un idiota.
Con la conciencia inquieta fui en busca de una escoba y recogí todos los pedazos de la taza. Mientras lo hacía recordé el rostro destrozado de la pobre chica a la que acababa de herir, recordé sus lágrimas cayendo una tras otra por sus mejillas enrojecidas y recordé sus ojos apagados, esos ojos que me transmitían tanta fuerza y coraje vi cómo se apagaron por mi culpa. Ella no merecía eso, no merecía sufrir por nadie y menos por un imbécil como yo.
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Un Juego de Amor
RomanceEnamorarse de dos hombres a la vez no estaba en los planes de Elizabeth, pero una serie de eventos crearon las condiciones perfectas para que lo hiciera. Todo parecía ser perfecto en su vida, sobre todo con su novio, hasta que un par de mentiras y s...