Capítulo 15: No confío en él

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Eran las seis de la mañana cuando desperté. En Guatemala era la una de la tarde, así que era más que evidente que ya no podría dormir.

Di un gran suspiro -te odio cambio de horario- protesté silenciosamente.

Me levanté de la cama con cuidado de no despertar a Jake y bajé a la cocina, me acerqué hasta el refrigerador y lo abrí para encontrarme con un delicioso pudín que tomé sin dudar, tenía la confianza suficiente para hacerlo.

Luego de tomar una cuchara me dirigí a la sala y me senté en el sillón, todo estaba en total silencio. Terminé el pudín y me quedé con la vista vagando por toda la gran sala hasta que mi vista cayó en un álbum de fotografías que estaba sobre un mueble, caminé hasta él y lo tomé para luego sentarme de nuevo en el sillón.

Vi cada fotografía, algunas eran de Jake y su hermano mayor cuando era pequeños y en otras estaban ellos con sus padres. Cada fotografía era hermosa, me parecía los niños más tiernos de todos. Me detuve en una fotografía donde le faltaba un diente a Jake y tenía una mejilla raspada, sin embargo sonreía ampliamente.

-Esa vez se cayó de su bicicleta y se quebró el diente- la voz de la Señora Katherin me hizo dar un salto del susto.

-¡Por Dios Señora Katherin! me asustó- me tomé el pecho dramáticamente.

-Lo siento Elizabeth- dijo riendo y reí junto con ella

-Así que se cayó de su bicicleta-

Ella dio un corto suspiro antes de hablar -sí, estaba aprendiendo a manejarla y como desde pequeño es un rebelde, iba muy rápido y se cayó- rio levemente para luego continuar -se levantó del suelo, se limpió la sangre, tomó en una mano su bicicleta y en la otra el diente que se le había caído, que por cierto ya lo tenía flojo, y regresó a la casa con una sonrisa-

-¡¿Y no lloró?!- pregunté con asombro, yo habría llorado escandalosamente.

-No, sé que le dolía, pero se aguantó-

-¿Por qué?-

-Desde pequeño es muy fuerte, siempre ha dicho que llorar te hace débil y que únicamente llorará por cosas que valgan la pena- dijo tratando de imitar los gestos de Jake.

-Entonces ¿casi no ha llorado?-

La sonrisa de la Señora Katherin era imborrable, al parecer le daba gracia -casi no, solo cuatro veces desde que se le metió esa loca idea a los siete años-

-¿Y cuáles fueron las razones?-

-Cuando tenía ocho años y se murió su perro, lloró desconsoladamente. A los once cuando... murió mi otro hijo- su voz se quebró al decir aquello, pero tomando aire continuó valientemente -pasó casi una semana llorando. A los quince porque se fracturó el pie y no pudo jugar su último campeonato de fútbol de secundaria. Y la última vez fue cuando tenía diecinueve, al parecer conoció a una chica que no le hacía caso- dijo eso último observándome cuidadosamente.

Debo admitir que sentí un poco de celos al escuchar aquello, pero traté de disimularlo -¿en serio lloró por una chica?-

-Sí, lloró de desesperación, que esa chica lo rechazaba una y otra vez-

-Qué afortunada-

-Lizi- llamó mi atención -esa chica eras tú-

-¿Yo?-

-Sí Lizi, tú-

Mi corazón dio un vuelco, era indescriptible lo que sentí en ese momento, solo puedo decir que se sentía realmente bien.

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