NARRA LIZI
Habían pasado dos semanas desde aquel sábado que hice la entrevista para mis prácticas y el mismo día en que Linda y Jonathan terminaron. Desde entonces las cosas seguian casi igual.
Jake seguía sin hablarme. Pensé que estaría furioso después de enterarse que he tratado de darle celos, pero al parecer Jonathan no le dijo nada; Jake simplemente seguía viéndome por los pasillos o la cafetería con su misma expresión de neutralidad y algo de reproche en el fondo. Linda y Jonathan no se habían hablado e incluso se evitan. Y además, Ryan y yo seguíamos peleando todo el tiempo.
Lo único diferente era que había vuelto a hablar con Christopher, aunque no como antes. Suponía que la confianza volvería poco a poco.
Era sábado temprano por la mañana cuando desperté, me levanté y luego de ordenar mi cama fui directo a la cocina. El maleducado y yo estábamos solos, pues Jacky había ido a visitar a sus padres y Linda tenía un trabajo en grupo de la universidad. Lo único que deseaba era no topármelo, aunque eso era algo imposible, no solo porque vivía en el mismo apartamento que yo, sino porque era peor que un piojo... por más que intentas quitártelo no puedes. Afortunadamente no estaba en la cocina, imaginé que estaba durmiendo aún.
Estaba desayunando tranquilamente y leyendo un libro cuando el maleducado entró a la habitación, decidí ignorarlo y al parecer él hizo lo mismo. Él estaba sirviéndose el desayuno cuando de pronto se oyó el ruido de algo quebrándose, giré mi vista y de inmediato me sentí furiosa al ver mi taza favorita hecha pedazos.
-¡Maldito idiota! ¡Quebraste mi taza!-
-Es solo una taza. Puedes comprar otra- dijo como si nada, lo cual me enojó aún más.
-No es solo una taza, era mi taza favorita-
Aquella taza era muy importante para mí, pues mi abuelita me la había obsequiado pocos días antes de morir. Podía parecer un simple objeto, pero para mí guardaba un recuerdo muy especial.
-Pues la culpable eres tú por dejarla en la orilla-
Quedé atónita ante su descaro y de inmediato me enfurecí -¡eres un grandísimo imbécil. Esa taza significaba mucho para mí y ahora está rota gracias a tu grandísima estupidez!-
-Si si, lo que digas-
-¡Te exijo una disculpa!- hablé muy exaltada.
Él soltó una risa sarcástica antes de hablar -no lo haré-
-¿Lo hiciste intencionalmente, verdad? Para fastidiarme-
-¡No!- contestó alzando la voz -tú crees que el mundo gira a tu alrededor y no es así. Te crees alguien especial y no lo eres, eres quejumbrosa, caprichosa, desesperante, arrogante, orgullosa y grosera, no vales nada- aquellas palabras salieron de sus labios sin piedad alguna, haciéndome sentir insignificante -tal vez Jake se dio cuenta de ello y por eso ya no te ama, por eso te ignora- mis ojos se cristalizaron rápidamente -entiende, no eres nadie especial, solo una pobre tonta que se idealiza a sí misma-
Sin aguantar más sus insultos, le di una fuerte cachetada mientras las lágrimas rodaban por mis mejillas. Sin poder decir nada corrí hacia mi habitación y cerré la puerta con seguro, me arrojé sobre mi cama y no pude evitar llorar como niña.
Jamás me habían insultado tan horriblemente y me era imposible no sentirme destrozada. Sus palabras me golpearon hasta lo más profundo de mi corazón, y no era por él que me sentía así, sino porque tal vez tenía razón, tal vez sí era caprichosa, arrogante, desesperante y todo lo que dijo. Lloré por un largo tiempo, haciendo que me odiara a mí misma por ser tan débil y sentimental.
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Un Juego de Amor
RomanceEnamorarse de dos hombres a la vez no estaba en los planes de Elizabeth, pero una serie de eventos crearon las condiciones perfectas para que lo hiciera. Todo parecía ser perfecto en su vida, sobre todo con su novio, hasta que un par de mentiras y s...