Sofía.El chofer de Ales me ayuda a bajar la maleta del maletero. Carla y él han pasado por mí. Me quedo muy retirada andando detrás de ellos dos, con la mochila colgada de uno de mis hombros y tirando de la maleta que ahora mismo me pesa como si llevase un muerto dentro de ella.
Me bajo la gafas de sol de la cabeza tapándome los ojos que ahora mismo parecen los de un zombi. El sol me molesta como si yo fuese un vampiro.
Sergio, Diego, Alonzo, Adri y Simone nos están esperando fuera del jet. Se encuentran de brazos cruzados con cara de aburridos. Al vernos a los tres llegar, las miradas se fijan en mí.
—Te has retrasado media hora, bonita— señala Sergio, dando golpecitos con el pie en el suelo y mostrándome la hora en su móvil.
—No es mi culpa que la cena de anoche me dejara hecha polvo.
—Pies yo estoy estupendamente— habla Diego, ganándose que le saque el dedo medio.Y es verdad, me dejo muy cansada y ni siquiera sé porqué. Solo estuvimos en la casa de un tipo, tomemos algunas copas y toda la noche se basó en hablar con la gente.
No dejan de mirarme. Me encojo de hombros, ruedo los ojos aunque no me los ven y pido una disculpa sin ganas.
Alguien se encarga de mi maleta, mientras, comienzan a subir de uno en uno las escaleras, dejándonos a Simone y a mí los últimos.
Estos dos días no he podido parar de pensar en lo que me contó su abuela por teléfono. Sentí un dolor en el pecho y me acordé de él inmediatamente y por lo que han tenido que pasar.
Yo sufrí mucho cuando perdí a mi abuelo. Pero quién diría que al de él le pasaría algo así, porque cuando yo lo vi se veía tan bien y sano.
Me indica con la cabeza para que suba por delante de él, le dedico una pequeña sonrisa, él me devuelve una radiante. Tira al suelo un cigarrillo que descansaba en sus labios y lo aplasta con el pie.
Pongo un pie en el primer escalón, pero no sigo, me giro, lo tengo detrás mía, me mira con el ceño fruncido. Me lanzo sobre él, rodeándole el cuello con los brazos, posa sus manos en mi cintura, desconcertado, no tarda en devolverme el abrazo con fuerza.
Probablemente él no sepa la razón de por qué lo hago.
—¿Todo bien?— me limito a asentir con la cabeza.
Entierra la cara en el hueco entre mi cuello y hombro, lo imito e inspiro ese aroma que tanto me gusta. Paso la mano por su nuca, meneándola de arria a abajo.
—Me gustaba más tu pelo largo, no rapado.
—No te gusta que tenga barba, no te gusta que esté rapado. Lo siguiente que será, ¿mis tatuajes?
—No es que no me guste, es que me acostumbré a lo otro. Y no, los tatuajes me gustan— separamos las cabezas pero nuestros cuerpos siguen pegados. Yo en el escalón y él en el suelo.Nuestras miradas se encuentran, esa conexión no dura mucho cuando la mía se desvía a sus labios. Inconscientemente los míos se entreabren.
—¡Vamos ya!— nos grita la rubia asomando la cabeza por la puerta.
Nos giramos a verla y subimos riendo. Nos guiña el ojo antes de entrar y nosotros detrás de ella.
Carla se sienta al lado de Ales, Adri y Sergio juntos y enfrente de Alonzo y Diego, por lo que nos toca sentarnos juntos. Es lo que tiene haberse quedado la última.
Antes de sentarme, saco de la mochila los auriculares y me pongo en el asiendo de la ventana.
Un hombre con uniforme sale de la cabina, saluda a todos y se acerca a Simone, se estrechan la mano y después se dan un abrazo. Comienzan a hablar en italiano, por lo cual no los entiendo del todo. Me centro en mirar hacia afuera, pero no puedo evitar verlos de reojo de vez en cuando y los pillo una vez mirándome.
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Un corazón robado. (Segunda parte de "Un beso robado")
Teen Fiction(2ª parte de "Un beso robado") Después de dos años, Sofia ya parece haber olvidado a Simone; o tal vez es lo que quiere creer. A ella todo le está yendo de maravilla: trabaja en lo que le gusta, sigue estudiando, tiene a sus amigos... Él volverá, y...