CAPÍTULO 21

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Sofía.

El sudor cubre por completo mi cuerpo, tengo la respiración entre cortada y mi corazón late a mil.

Aún así, no paro.

—¡Me rindo!— grita Alonzo.

Nos paramos y nos giramos para verlo con las manos apoyadas en sus rodillas e intentando recomponerse.

Esta mañana me apetecía correr y como no conozco esto los chicos se han ofrecido a salir a correr conmigo.

Carla y Ales se han ido a desayunar con los padres de él, Sergio se ha quedado durmiendo, a Diego le dolía la cabeza y Simone tenía trabajo y también se ha quedado allí. Así que estamos Adri, Luka, Carlo, Alonzo que ahora mismo está medio muriéndose y yo.

—Vamos, Alonzo— lo animo—. No seas tan flojo, no hemos corrido tanto.

Bebo de mi botella de agua.

—Venga ya, si vamos al gimnasio y nos entrenamos. ¿Cómo es que ahora te has cansado?— Luka pone las manos en jarra.
—Será porque llevo un tiempo sin ir, yo que sé.

Nos acercamos a él, Adri y Carlo lo agarran por los brazos y lo levantan. Se apoya en una pared y se deja caer hasta el suelo para luego echar la cabeza hacia atrás.

Lo copiamos los demás y nos quedamos viendo a la gente que pasa.

Creo que mi yo de hace unos años también habría estado hecha polvo de haber corrido tanto.

¿Quién diría que al final esto me terminaría gustando?

La vida da muchas vueltas y cambios repentinos.

Adri descansa la cabeza en mi hombro.

—¿Otra vez estáis juntos?— pregunta de repente, pillándome por sorpresa.
—¿Qué?
—Simone y tú, que si estáis juntos otra vez.

Todos giran la cabeza en nuestra dirección, esperando mi respuesta.

—No estamos juntos. ¿Por qué preguntas eso?— se encoge de hombros.
—Porque no lo parece— habla ahora Luka—. Os la pasáis comiéndoos con la mirada todo el día y pasáis mas tiempo a solas de lo habitual.
—También, de vez en cuando se os escapa y os tratáis como cuando erais pareja—añade Carlo.
—Solo estamos volviendo a ser amigos.

Todos elevan una ceja, como si no se lo creyeran.

—¡Es verdad! No tenemos nada. Con él soy como con vosotros.
—Bueno, al principio no lo podías ni ver, os llevabais a matar y de un día para otro todo cambió.
—No digas tonterías, Alonzo. No, no digáis tonterías— rectifico.

No se quedan muy conformes, pero dejan el tema.

Después de descansar unos minutos decidimos seguir corriendo hasta casa.

Carlo se levanta de un salto, se quita la camiseta, abre su botella y se la vierte por la cabeza para después sacudir el pelo y soltar un grito. La gente se voltea a mirarlo, unos con desaprobación y otros admirando el cuerpo que se carga. Da unos saltos dándose con las manos en los muslos y sale disparado como un cohete.

Lo miramos, riendo, pero no tardamos en correr también para ver si lo podemos alcanzar, aunque creo que es imposible.

💋

Nos adentramos en la casa entre empujones y risas, intentando entrar unos antes que otros.

Cuando entramos al salón, tres pares de ojos caen sobre nosotros y les sonreímos.

Un corazón robado.                          (Segunda parte de "Un beso robado")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora