CAPÍTULO 14

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(1 año y meses atrás)

Sofía.

La puerta de mi habitación se abrió de par en par, dejándome ver a mis dos amigos que traían cada uno una mochila colgada de los hombros.

Entraron y se dejaron caer en mi cama.

Giré en la silla, crucé los brazos bajo mi pecho y me quedé mirándolos.

Unas sonrisas traviesas aparecieron en sus rostros. Lo que me indicaba que esos dos tenían algo planeado.

Enarqué una ceja, esperando a que comenzaran a hablar.

—Hoy salimos de fiesta— anunció Carla.
—Y no aceptamos un no por respuesta— siguió Sergio.

Eso para nosotros se convirtió como un lema.

Siempre que queríamos o íbamos a salir de fiesta decíamos eso. Comencemos a decirlo cuando la rubia y yo cumplimos los 18 e incluso un poco antes.

—Vale— respondí.

Los dos se miraron y luego se fijaron en mí.

—¿Ya está?
—Sí, Sergio, ya está. Voy de fiesta.
—¡Siii!— gritaron a la vez.

A ambos les sorprendió ya que hubo un tiempo en el que decía siempre que no o salía muy pocos días y poco tiempo, o casi ningunos

¿Y por qué lo hacía? Pues ni yo lo sé, solo que no tenía muchas ganas.

Se levantaron en sincronización, agarraron las mochilas, las abrieron y sacaron de ellas ropa, complementos, zapatos y maquillaje.

Negué con la cabeza y reí.

Carla llegó a mí, agarró el respaldar de la silla y me hizo girar para verme en el espejo. A través de él vi a Sergio dirigirse al armario y abrirlo para ver la ropa que había dentro.

Ella comenzó a sacar mi maquillaje y a ponerlo en mi cara.

Él le pidió la plancha de la ropa a mi madre para planchar lo que nos íbamos a poner.

Mientras mi amiga se maquillaba, yo y Sergio nos peinábamos. Luego le planché a ella el pelo y nos vestimos los tres.

Retoquemos el pelo de nuestro amigo y nos miremos en el espejo cuando ya estábamos listos.

Carla me quitó un bolso porque decía que le gustaba más que el que ella se había traído, y ahora sí, estábamos perfectos.

Llamemos un taxi y bajemos para esperarlo.

Avisé a mis padres de que nos íbamos y después de que nos dijeran un montón de veces que tuviésemos cuidado salimos a la puerta.

—Joder, que frío— Carla se abrazó a si misma—. No debería haberme puesto un vestido tan corto.
—Todavía estás a tiempo de ponerte otro— le dije.

Meneó su cabello rubio, puso una mano en jarra y posó.

—Siempre diva, nena— me guiñó un ojo.

Un corazón robado.                          (Segunda parte de "Un beso robado")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora