CAPÍTULO 32

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Nota: ¡Ya está el prólogo de mi nueva historia "Dulce veneno"! Buscadla en mi perfil. ¿Estáis preparadas para enamoraros de mis nuevos personajes? Espero que le deis mucho apoyo y cariño como a esta. Os amo y os dejo con Simone.

Simone.

Es bonita. Y grande.

Me adentro en la habitación. Hay una puerta en una pared y en la otra hay un marco sin puerta, que es el vestidor.

Me quedo mirando el enorme ventanal que hay.

Ahora que lo pienso se nota que es mi casa. Por la decoración y todo eso, pero nunca creí que me compraría una casa tan grande para vivir yo solo. Y lo que no sé es por qué tengo una puerta cerrada con llave y nadie sabe dónde está la llave.

Cuando salgo del vestidor la veo que está apoyada en el marco de la puerta, jugando con sus dedos. No ha entrado. Alza la cabeza cuando se da cuenta que estoy frente a ella y se me queda mirando mientras se mordisquea el labio.

—Siento lo de el otro día— murmura apartando la mirada.
—El que debe disculparse soy yo por decirte lo que te dije— la agarro por él mentón, obligándola a mirarme—. Lo siento. De verdad. Pero es que me pilló todo muy de golpe: que había tenido un accidente y he estado inconsciente, que tenía una casa, que tenía novia y que...— trago grueso— y que mi abuelo murió— la voz se me quiebra un poco y ella lo nota.
—¿Estás bien?— no digo nada— Entiendo que no quieras contarle eso a una desconocida— me dedica una sonrisa triste antes de apartarse y bajar las escaleras.

Mis ojos se quedan en su cabeza, pero como si fuese un imán bajan a su culo. Los cierro inmediatamente y sacudo la cabeza.

Eso no debería de haber pasado.

Se ve muy mona llena de gotitas de pintura, un moño mal echo, esa ropa y descalza por la casa. Esta casa parece más suya que mía.

En realidad, hay algo en el fondo muy fondo que me hace creer que la conozco, pero no sé.

No me gusta como se ha ido después de decir eso.

Se le ve que está triste e intenta ser fuerte.

Vuelvo a mirar a la habitación. Encima de la cama no hay nada y se ve muy vacío, no sé por qué no puse un cuadro o algo.

Cierro la puerta detrás ser mí y bajo las escaleras buscándola. Salgo al jardín y la veo dándome la espalda y con un pincel en la mano. Me acerco silenciosamente a ella y me paro detrás, mirando el cuadro.

Guau.

Qué bien que lo hace.

—No sabía que eras pintora.

Se sobresalta y me mira por encima del hombro.

—Sí, lo soy.
—¿Expones en galerías?— asiente.

Vuelve al cuadro.

—Estuviste en una no hace mucho.
—¿Sí?— asiente— Conozco a gente en el mundo del arte, si quieres puedo hablarles de ti.
—No hace falta.

Asiento.

Suspiro cuando me doy cuenta de que no va a hablar y me siento a su lado.

Arranco césped del suelo para intentar entretenerme ya que entre los dos hay un silencio algo incómodo.

La miro de reojo de vez en cuando. Está muy concentrada en lo que está haciendo.

Es guapa. Y mucho.

—Todavía no he ido a ver su tumba— confieso en voz baja.

Se detiene y deja todo a un lado para prestarme atención.

Un corazón robado.                          (Segunda parte de "Un beso robado")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora