CAPÍTULO 3

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Simone.

Me sumerjo en el agua como siempre que quiero estar solo con mis pensamientos  e intentar relajarme.

Tengo un plan y no pienso tirarlo por la borda.

No pienso rendirme.

Un minuto más o menos después, emerjo, sacudiendo mi cabeza para quitarme el agua, al abrir los ojos me encuentro a mi hermano y a mis dos amigos con los brazos cruzados y mirándome, serios.

—¿Qué es lo que quieres hacer, Simone?— pregunta Ales.

Me apoyo en el filo de la piscina y salgo de esta. El bañador se me pega al cuerpo. Me llevo una mano a la cara y me quito el exceso de agua, pongo mis manos en jarra y estiro un poco el pie mirándolos a los tres.

—Ya lo veréis— me limito a responder, encogiéndome de hombros.
—Simone, ya la has cagado demasiado, ella dejó de hablarnos y piensa que nosotros tenemos la culpa de algo que no sabemos ni qué es— las palabras de Adri son como puñales y no puedo evitar tensarme y cabrearme.

Es la verdad, pero siempre suele joder.

—¿Y es mi culpa? ¿Es mi culpa que ella piense eso?
—Pues lo siento mucho, pero sí, sí tienes parte de culpa.
—Cállate, Alonzo— lo apunto con el dedo y la mandíbula apretada, intentando controlarme—. Ninguno saben qué es lo que pasó— agarro la toalla de mala gana que está en una tumbona, paso por su lado dándole con el brazo y me dirijo a la casa.
—Alonzo tiene razón— ataca Ales, haciendo que me detenga dándoles la espalda—. Somos tus amigos, pero si has tenido la culpa, es lo que hay, Simone, acéptalo — me giro para mirarlo a la cara—. La dejaste, la destrozaste, se alejó de casi todo el mundo y ahora apareces y quieres hacer milagros.
—No lo vuelvo a repetir. Callaos los tres, porque me estáis cabreando. No sabéis que fue lo que pasó, así que no me provoques, Alessandro.
—¡Le dijiste que no la querías!— me quedo atónito. Eso no lo sabe nadie aparte de ella y yo— ¡Me lo contó Carla porque discutió conmigo pensando que yo tenía algo que ver! ¿¡Sabes lo mal que estuvo Sofia!? Era como si le costaba la vida; esa chica que conocimos: sonriente, feliz, y un montón de cosas buenas se fue marchitando. ¡Y todo por tu culpa! ¡Porque no tienes huevos para dar la cara y decir lo que pasó realmente! ¿¡Qué pasó en realidad, Simone!? ¡Cuéntalo! ¿No la quieres de verdad?
¡Fligio di troia! ¡Ti rompo la boca Alessandro!— grito sin poder contenerme más.

¡Fligio di troia! ¡Ti rompo la boca Alessandro!= ¡Hijo de puta! ¡Te rompo la boca, Alessandro!

Me dirijo hacia donde están a paso rápido y él me copia. Me abalanzo sobre él y comenzamos a pelearnos. Yo le lanzo puñetazos, me los devuelve y así vamos.

En este momento no podemos pensar en nada, solo en lanzar y esquivar golpes. Yo sé que en el fondo no queremos golpearnos, pero estamos cegados por la ira.

Alonzo y Adri intervienen intentando separarnos. Es inútil ya que solo pensamos en partirnos la cara y no colaboramos.

¡Fermati adesso!— escucho que gritan.

¡Fermati adesso!= ¡parad, ahora!

No sé cuanto tiempo nos quedamos dándonos golpes hasta que consiguen separarnos. Ambos aplicamos fuerza para desprendernos de los agarres. Me quedo mirándolo desafiante, tiene la cara destrozada y seguramente yo estoy igual.

Me suelto de Alonzo que es el que me está agarrando y me adentro en la casa para darme una ducha y no quedarme más tiempo fuera.

Tiro fuerte de la puerta de mi cuarto dando un portazo, me meto en el baño y me miro al espejo. Tengo el labio partido al igual que la ceja, de ambos sale sangre. También tengo algunos morados y sé que todavía me tienen que salir más.

Un corazón robado.                          (Segunda parte de "Un beso robado")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora