CAPÍTULO 37

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Nota: creo que este es el capítulo final. 🥲

Simone.

Si de por si es preciosa, hoy va muchísimo más todavía.

Sí, le he mentido un poco al decirle que era una cena con los amigos de mis padres. Un poco bastante. Pero si se lo hubiera dicho no habría aceptado venir.

La cena no es ni en casa de mis padres, ni en la de sus amigos ni en la empresa. Así que cuando ella vea lo que nos espera en la entrada del lugar donde es me va a matar.

Ni si quiera me acordaba de que era el aniversario de la empresa que mis abuelos levantaron desde cero. Probablemente por eso no me lo dijeron antes, porque pensarían que yo me acordaba.

A medida que nos vamos acercando al sitio donde tiene lugar la celebración me voy poniendo más nervioso. Van a haber cientos de cámaras haciendo fotos y cientos de personas soltando preguntas una tras otra, estoy seguro, y eso no me hace ni pizca de gracia. No porque me vea con ella, sino que no quiero que se sienta incómoda.

Creo que será mejor prepararla un poco antes de llegar.

—Sof,— voltea la cabeza para prestarme atención—, tal vez a la cena a la que vamos haya más gente de la que te he dicho.
—¿A qué te refieres?
—No es una cena con amigos— enarca una ceja.
—Simone...— advierte.
—Solo fue una tapadera para que le acompañaras— me apresuro a explicarle—. Es el aniversario de la empresa.

Echa la cabeza hacia atrás y suspira. Sí, no le gusta mucho eso.

—Pero los Rossi sí van— mierda, no debía de haber dicho eso. Me fulmina con la mirada, haciendo que me calle—. Venga, Sof, no te enfades, no te dejaré sola.
—Simone, voy a estar rodeada de gente pija— suelta, enfadada.
—¿Y es que en las exposiciones no estás rodeada de esa gente?— me está comenzando a pegar el cabreo y no quiero.
—Sí, pero esto es diferente. Todos hablarán de cosas que no entiendo y no los entenderé hablar.

No le discuto más. Sé que no llegaremos a ninguna parte haciéndolo y solo nos enfadaremos el uno con el otro. Es más, no quiero que se joda la noche.

Ya puedo divisar a lo lejos las luces de los flash de las cámaras.

Su mano se enrosca en mi muñeca con fuerza. Llevo la mirada ahí y meneo el brazo para juntar nuestras manos y entrelazar los dedos. La miro de reojo y tiene el ceño fruncido; está nerviosa, se nota.

Antes de llegar, paro el coche y me giro para mirarla.

—Prométeme que no te separarás de mí— me pide.
—Te lo prometo. Ni si quiera te soltare la mano.

Me mira, insegura.

Le acuno la cara y me inclino para darle un beso en la mejilla e intentar calmarla un poco. Cómo me gustaría haberle dado el beso en la boca.

Sigo conduciendo hasta pararme el la entrada donde los paparazzis nos dan la bienvenida. Estos, cuando nos ven llagar, se vuelven como locos para sacarnos fotos.

El aparcacoches se acerca a mí mientras Dante, que esta noche está como si fuese un portero, le abre la puerta a Sofía y la ayuda a bajar, y agradezco que sea él y que la tape con su cuerpo hasta que llego yo.

Llego a su lado y le doy la mano a la pelinegra que me vuelve loco.

Mi coche desaparece mientras Dante me dice que mis padres, mi abuela y Adri ya han llegado. Asiento y tiro de de ella, pasando por la alfombra y siendo el foco de atención de todos.

Un corazón robado.                          (Segunda parte de "Un beso robado")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora