CAPÍTULO 20

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Nota: recomiendo ir a leer capítulos anteriores porque he cambiado cosas importantes.

Sofía.

Se nota que estos dos no se llevan bien.

Aunque lo estén disimulando, la tensión que hay en el ambiente es notable y no pasan desapercibidas las miradas que el que tengo a mi lado le lanza al que tengo enfrente.

Y al parecer lo último que ha dicho el rubio no le ha hecho mucha gracia a Simone.

Gian es guapo, es rubio, y al ser moreno de piel esos ojos azules que tiene resaltan más.

Son de un azul muy intenso.

Y dejando a estos dos a un lado, tampoco he pasado por alto la tensión que hay también entre Simone y su madre. Sé que les sucedió algo, pero todavía no sé el qué ni nada.

—Espero que no lo tomes a mal, Simone— le sonríe.
—Para nada— se inclina hacia atrás en la silla, sonriendole—. Sé que no eres competencia para mí— el otro eleva una ceja—. Yo confío en mí chica, nunca me traicionaría— me pasa una mano por la espalda y me deja un beso en la cabeza.
—Estás muy seguro.
—Lo que es mío es mío, me pertenece; no me preocupa que se fije en otro porque sé que no será así.

Pero ¿quién se cree?

Espero que esté diciendo todo eso para que el otro pare o algo, porque sabe perfectamente que no le pertenezco ni a él ni a nadie.

A Gian parece hacerle gracia porque la sonrisa burlona que tenía antes se agranda.

—Si no recuerdo mal— hace un gesto pensativo—, ya logré quitarte una.

¿Cómo?

Me estoy perdiendo algo.

Simone suelta una carcajada.

—A mí esa no me importaba.
—Eso no quita que lo pueda hacer una segunda vez.

Aprieta el puño por debajo de la mesa. Pongo mi mano encima y lo obligo a abrir la mano para entrelazarla con la mía y con el pulgar hago pequeños circulitos en su piel.

Como esto siga así la noche no va a acabar muy bien.

No sé si intervenir o quedarme callada, porque ¿y si digo algo y la cago más?

Se miran desafiantes y el momento se torna incómodo hasta que Matteo decide hablar.

—¿En qué trabajas, Sofía?

Agito la cabeza para despejarme y cuando lo miro sonrío antes de responderle.

—Soy artista.
—¿Pintas?— asiento.
—Una obra de arte haciendo arte— comenta su hijo—. Wow— ahora le sonrío a él—. Me gustaría ver algún cuadro tuyo.
—No tengo fotos— no estoy segura, en realidad creo que tengo alguna que otra por ahí.
—¿Y aquí en Italia no tienes ninguno?— niego— Ahs. Espero tu invitación a alguna exposición.
—Por supuesto.

Simone me mira de reojo y agarra su tenedor para seguir comiendo de mala gana.

¿Se ha cabreado conmigo por hablar con este chico?

El resto de la comida, aunque sigue habiendo tensión, la pasamos hablando y comiendo "tranquilamente". Hablamos todos menos Simone y la niña, la cual me mira con una rabia increíble.

Hace dos años logré liberarme de dos arpías, la cual una de ellas fue la causante de que el italiano y yo cortásemos, y ahora me he ganado el odio de una niña pequeña solo por fingir que él y yo estamos juntos.

Un corazón robado.                          (Segunda parte de "Un beso robado")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora