001. ¿Quién te golpeó?

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Tōkyō no joō.

Traducción exacta a "La Reina de Tokio"

Para abreviar, o no alargar el nombre, simplemente es Sukeban, que se refiere a mujeres delincuentes o a alguien de alto rango, en este caso sería una combinación de ambos significados.

Entre las pandillas más conocidas y por lo mismo peligrosas de todo Tokio, se encontraban las Sukeban, un grupo bastante grande de mujeres que se dedicaban a la delincuencia.

No robaban, no torturaban o se reían de la gente que no se encontraba a su elevado nivel, esos no eran los ideales o deseos de su líder.

Ser una delincuente no significaba hacer daño, o al menos no para la jefa, significaba libertad, adrenalina, y en parte locura.

Poder hacer lo que quieras es algo que muchos desean, pero claro, no fue para nada fácil llegar a ese punto, el punto en el que todos te temen, en el que estás en boca de todos, pero cuando volteas a verlos, los pelos se les ponen de punta.

1 de abril del 2002

Aquella noche estaba extrañamente fría, Kohaku había regresado muy tarde, más de lo normal.

La sangre en su rostro alertó a su hermana, Ayame.

La misma castaña corrió, se dirigió a la cocina por un botiquín de primeros auxilios y en cuanto lo tuvo a su alcance, se detuvo en seco.

Ella no debería estar haciendo aquella estupidez, no debería estar jugando a las enfermeras, esa no era su vocación, era fuerte y sabía que no había rival para ella. Menos aún cuando estaba furiosa.

—¿a donde crees que vas? —cuestionó el pelinegro con cierto enojo—

—¿y tú qué crees? —con rapidez se puso los zapatos que antes descansaban sobre la alfombra de la puerta principal— solo dime de una vez quien carajos te hizo esto.

—no lo haré...—miró a otro lado con tristeza— no voy a permitir que vayas a defenderme, eres m-mi hermana, yo te defiendo a t-ti...—se acomodó en el sofá con un quejido—

—no seas tan orgulloso, ¿o es acaso que no confías en mi? —se cruzó de brazos con una sonrisa—

Trataba de ocultar la furia que sentía. Le dolía ver así a su hermano, a la persona que más amaba en el mundo.

Kohaku no era alguien que diera su brazo a torcer. Él era fuerte, y su tamaño lo ayudaba en parte.

Debía haber algo más...

—¿fuiste atacado por una pandilla?

—dije que no te diré nada —en un intento de sonar intimidante solo pudo escupir sangre—

—Kohaku ya deja de hacerte daño, te ayudaré cuando vuelva, sabes que no soy buena para esto de ser enfermera.

—pero si eres buena para dar golpes y estropear tus bonitas manos...—dijo en un canturreo—

—¿sabes? Estas comenzado a preocuparme...
—con lentitud se acercó al pelinegro y le sorprendió el ver cómo se esforzaba en cubrir su abdomen con la chaqueta negra que portaba— ¿qué tienes en el estómago? —esta vez habló con seriedad, ella no era alguien que tuviera mucha paciencia y por su voz era todo un hecho— habla de una maldita vez, o te voy a sacar las palabras por las malas.

𝓟𝓮𝓻𝓭𝓲𝓬𝓲𝓸𝓷 卐 𝐓𝐎𝐊𝐘𝐎 𝐑𝐄𝐕𝐄𝐍𝐆𝐄𝐑𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora