003. Venganza casi completa

761 93 15
                                    

De un golpe seco derribó al primer sujeto.

A los otros dos, bueno...

Su sangre manchó el bonito abrigo de la castaña.
Se habían resistido, haciéndose los valientes.

Pero ¿quien diría que el primero lograría levantarse?

—¡me las vas a pagar! —con el trozo de metal en mano, se abalanzó sobre la ojiverde—

—no lo creo...

Al estar de espaldas al chico, estiró su pierna haciéndolo caer.

—¿crees que con esa torpeza llegarás a ser líder al menos de un club de porristas? —con burla se levantó luego de dejar inconscientes a los otros dos—

—b-bien...—balbuceó— eres fuerte...pero...si yo muero...—rápidamente se levantó casi tropezando— él se va conmigo...

Con voz amenazante tomó al joven de pelo negro del cuello. Lo puso de espaldas contra su pecho, y sacó una pequeña navaja con la que amenazó con cortar al pobre muchacho que no paraba de llorar.

—dije que él no tenía nada que ver...—se levantó, y dejó caer sus hombros—

—oh, te equivocas...él tiene que ver desde un principio...—blandió el arma contra la piel pálida del pelinegro, pero la castaña no parecía alarmada, algo que molestó al rubio con la navaja— ¿y ahora que harás? Princesita salvadora de...ehh...niños miedosos.

Ayame sonrió, no le importaba molestar un poco más a aquel tipo. No le tenía miedo, y eso era evidente. Solo le enfurecía el hecho de que se refugiaba detrás de alguien inocente.

—s-señorita...tengo miedo...—el pelinegro cerró los ojos. En su mente podía visualizarse a sí mismo sangrando sin parar, con un dolor terrible, mientras aquella muchacha sufría de igual manera. Para él era simplemente imposible el salir de aquella situación. Solo creía que moriría, y ni siquiera aquella mujer lo ayudaría—

—tranquilo, niño, no hay qué temer —se limpió el polvo de las manos y se acercó lentamente a los dos muchachos—

—¿q-que haces? —comenzó a retroceder sin soltar al joven— ¡sabes que puedo matarlo! ¡Lo haré!

—no, no lo harás. Eres demasiado cobarde, y por supuesto, te recalco por tercera vez, no serás líder de nada con ese miedo a herir de verdad...

—¿de qué hablas? —la castaña se detuvo—

—golpeabas a ese joven por diversión. Lo pateabas solo porque sabías que era débil. Además de que estabas acompañado, pero, creo que has olvidado algo —levantó el dedo índice— no todos en esta ciudad son unos ignorantes a los que no les importa el escuchar a un chico en apuros. Estuve un tiempo lejos pero ahora volví y eso es lo importante.

—¿qué? ¿y ahora eres la justiciera de la ciudad?
—sonrió tratando de mostrar coraje—

—si, algo así. ¿Sabes? Lo primero que pensé al volver a casa fue "no más peleas, no mas pandillas ni problemas", pero, claro que si nacemos con eso en nosotros, no habrá manera de quitarlo, ¿o si? —el rubio estaba confundido, no entendía nada, ¿por qué ella sacaría aquel tema que no tenía nada que ver?— y es que, ahora ese lado que anhela pelear, que extrañaba golpear rostros y que al que no le importaba mancharse de sangre...ha salido, y busca diversión.

—ya basta, ¡aléjate! —gritó nervioso—

—te lo diré por última vez, suelta al niño, él no tiene nada que ver.

—¿qué no te cansas de decir lo mismo?

—no —rápidamente se acercó, tomó la mano que sostenía el arma blanca, y torció el brazo del rubio, dejando en libertad al joven pelinegro— te lo advertí.

𝓟𝓮𝓻𝓭𝓲𝓬𝓲𝓸𝓷 卐 𝐓𝐎𝐊𝐘𝐎 𝐑𝐄𝐕𝐄𝐍𝐆𝐄𝐑𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora