007. Reencuentro con la muerte

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6 de septiembre, año 2017

Era un día como cualquier otro. Aida, la enfermera de una joven castaña, se acercaba a su habitación con una bandeja de comida en manos.

Últimamente la chica se veía más deprimida de lo normal, sus ojeras se hacían más notorias, y sus manos se notaban demasiado huesudas, dando a entender, que no se estaba alimentando bien.

Quien sabe qué hacía con la comida. Quizás la lanzaba por la ventana, la votaba a la basura o algo así.

—señorita Igarashi, ¿qué tal su día? —preguntó sonriente la mujer—

No hubo respuesta. La joven se mantuvo en silencio, apretando con fuerza las sábanas mientras sus manos temblaban.

—¿le ocurre algo? —dejó la bandeja en una mesa al costado de la camilla y con lentitud se acercó a la castaña— Ayame...

La mencionada en un rápido movimiento cortó la mejilla de la mujer contraria, haciéndola soltar un grito de dolor.

La joven se guardó la pequeña navaja en el bolsillo de la bata de hospital, y salió de la habitación corriendo.

Todos los que la veían se quedaban asombrados y no sabían el porqué de aquella maratón. Hasta, que la enfermera logró levantarse, y mientras gritaba por los pasillos a los guardias para que detuvieran a la castaña, se limpiaba la sangre de sus manos en el mismo uniforme que llevaba puesto.

—¡por favor, detente! —exclamó la mayor— estás demente, si sales sola te puedes hacer daño, ¡entiende!

La castaña logró salir del lugar sin problema. Era rápida y hábil, incluso después de reusarse a comer. Además, conocía a la perfección aquel hospital.

Cuando estuvo en la calle, no pudo evitar detenerse por unos segundos.
Ya había olvidado lo que era poder sentir el aire fresco desde allí fuera.

Había pasado toda su vida encerrada en aquel hospital luego de un terrible suceso. Se había vuelto loca, o eso decían muchos. Casi le había quitado la vida al "asesino" de Kohaku. Y luego de dos años en rehabilitación, una pelea en la escuela la hizo perder la cordura, o más bien, la poca que le quedaba.

Acabó con la vida de un joven, todo por delatar su pasado, todo por haberla provocado de mala manera.

Ella no tenía a nadie que la ayudara en ese entonces. Estaba sola, y la presión de la sociedad la irritaba.

Pero, por suerte para muchos, fue internada en aquel hospital.

Sin embargo, por su buen comportamiento y cooperación, nunca le fue colocada la camisa de fuerza. Sólo era llevada a terapias, parecidas a las de rehabilitación. Aunque, esta vez, no sería por dos años, sino, por el resto de su vida, por pedidos del mismísimo hospital. A fin de cuentas, nadie más podría hacerse cargo de aquella muchacha.

Se detuvo un momento para recuperar el aliento. Ya había corrido demasiado, y sabía que los guardias ya no podrían alcanzarla.

No sabía cómo, pero había acabado al lado de una estación de tren. Con tranquilidad se adentró al lugar.

Sus intenciones no eran abordar el transporte. Sólo quería recordar ¿cómo funcionaba quizás?

Había estado alejada de todo y todos por su supuesta demencia. Y si alguna vez, luego de su "encarcelamiento", había visto un tren, sería en fotos, dibujos o videos.

Cuando las bocinas del tren sonaron, la castaña sabía que podría ingresar y simplemente largarse de aquel lugar. Sin embargo, no podía, y no quería abandonar su ciudad natal.
Temía a no poder regresar a su casa, pero sabía que si lo hacía, la encontrarían fácilmente.

Sin darse cuenta, comenzó a caminar hacia el borde, cercano a las vigas.

Se detuvo al lado de un joven. Cabello negro, ojos azules claros y de baja estatura. Ni siquiera tenía cara de adulto, pero a juzgar por su vestimenta y rostro cansado, dedujo que tendría unos veintialgo.

—¿por qué estás vestida así? —preguntó el joven, al notar que ella lo miraba—

—¿qué te importa? —respondió indiferente—

—n-no es de mi interés, lo siento, sólo que parece ropa de hospital...—bajó la mirada, avergonzado—

—obviamente no soy una enfermera. Simplemente escapé...—su voz se apagó con la última palabra—

—¿que hiciste qué? —el chico pareció alarmarse, y al girarse hacia los demás, notó que estos observaban a la joven con miradas extrañas. Definitivamente, ella no mentía, o quizás, sólo fuera una broma—

—ojalá pudiera escapar...de verdad —habló lentamente y en voz baja—

—¿de qué hablas? —al no obtener respuesta, suspiró y vió al tren acercarse—

Perdido en sus pensamientos, se quedó observando un punto fijo, hasta que alguien lo empujó. No supo quien, y menos aún porqué. ¿Acaso había sido un accidente? No...aquello había sido intencional.

El chico pareció caer en cámara lenta mientras veía su final acercarse debido a la cercanía del tren.

En ese momento, cruzó miradas con la joven. Ella tenía los ojos muy abiertos, y una mirada de impresión.

Lo raro, para ambos, fue que una extraña ráfaga de luz la cegó, paralizándola, de manera que por un simple tropiezo, cayó a las vigas, junto a aquel extraño pelinegro.

Fin del capítulo 7

Okey, se que es un cap. muy corto, pero creí necesario subirlo ʕ)(ʔ

En fin, en un rato subo el otro.

Besos. Principalmente a una persona especial que ahora mismo no se pierde ningún capítulo :3

Ella es, faty_Amajiki28

Muchísimas gracias por leer sin faltas 🥺
Más aún, que apenas mi historia va con pocas vistas.

Ojalá y crezca pronto. Como sea, muchas gracias.

Cuídense. <3

𝓟𝓮𝓻𝓭𝓲𝓬𝓲𝓸𝓷 卐 𝐓𝐎𝐊𝐘𝐎 𝐑𝐄𝐕𝐄𝐍𝐆𝐄𝐑𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora