005. ¿Que hace una niña aquí?

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Y si, como la chica dedujo, el tipo de tercer año que portaba una cicatriz en la ceja, le estaba dando una buena paliza al pobre Takemichi.

Los abucheos no faltaron, y la gente que le gritaba cosas horribles al menor.

Era increíblemente valiente ante los ojos de la castaña, el que estuviera arriesgando su vida y honor para salvar a su amigo, era algo admirable.

El chico respiraba rápidamente mientras sangraba de sus fosas nasales y boca. Sus amigos le gritaban que por favor parara, que se rindiera y así poder terminar con aquella agonía.

Pero el rubio no se detenía y aquello le molestaba demasiado a la ojiverde. Si se había metido en la pelea de su amigo, al menos debía tratar de limpiar su nombre con una buen espectáculo.

El pelinegro escupió su cigarro y sonrió con maldad para Takemichi.

Todos comenzaron a gritar "mátalo, mátalo"

Era como un coro, pero de repente se detuvo...

La joven abrió los ojos de par en par al ver que el blondo había tomado de la cintura al pelinegro.

No entendía porqué. Solo estaba recibiendo golpes en la espalda, los cuales se sentiría por toda una semana.

El de cicatriz terminó alejándolo de una patada en el estómago.

Ambos respiraban agitadamente y se preparaban para continuar.

—ash, como quisiera intervenir...pero ahora no son solo tres tontos, son demasiados hombres aquí, ¿y si se meten a golpearme?

—esto aún no termina —esbozando una sonrisa, retomó la compostura el rubio—

—¡ya basta, Takemichi! —gritó el de lentes—

—¡solo ríndete! —su amigo el pelinegro apretó los puños—

El blondo comenzó a decir cosas incoherentes. Hablaba sobre lo débil que había sido su corazón durante unos mencionados 12 años.

La castaña no entendía a qué se refería, sólo se impresionaba por lo resistente que era aquel muchacho, tanto física como mentalmente.

—tendrás que matarme si quieres ganar...¡porque yo no pienso rendirme! —la chica sonrió sin un motivo específico. Quizás era porque nunca se había topado con alguien así en sus tiempos de pandillera, o el hecho de ver retroceder a Kiyomasa, miembro de la conocida Tōman.—

—¡oigan, tráiganme un bate! —exclamó el pelinegro. Aquello había sido la gota que rebasó la copa para la castaña. ¿Cómo se atrevía a usar un bate contra alguien que estaba malherido? Aquello era un acto de cobardía impresionante.—

—típico de los idiotas como ese...de igual manera, ser una estudiante tranquila y alejada de problemas nunca fue opción.

Los amigos de Takemichi se levantaron de sus lugares, dispuestos a ir a defender a su amigo tras la amenaza de Kiyomasa. Según él, mataría al blondo.

En el público todos estaban confundidos. Se suponía que la pelea sería a puño limpio.

En ese momento un chico comenzó a bajar de las gradas con dicho objeto en las manos.

Ayame frunció el ceño, y tomándose como suya la ofensa, salió de su escondite y con rapidez le quitó el bate de las manos al castaño.

—oye ¿que estás...? ¿Qué? ¿Una niña? ¿Qué demonios haces tú aquí? —el castaño miró a la joven extrañado como si fuera un fenómeno—

—¡apresúrate, Riota! —demandó el pelinegro, pero en respuesta, sólo pudo ver a una chica de ojos verdes salir de entre la multitud, con el bate que él solía usar para golpear a sus víctimas— ¿y tú quien eres? ¿Que no sabes que esta es un área de peleas? ¡Aquí solo vienen hombres! ¡Vuelve a la cocina a ayudar a tu mami!

𝓟𝓮𝓻𝓭𝓲𝓬𝓲𝓸𝓷 卐 𝐓𝐎𝐊𝐘𝐎 𝐑𝐄𝐕𝐄𝐍𝐆𝐄𝐑𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora