004. La heroína del callejón

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"En el presente"

Aquellos recuerdos habían pasado por su mente en sólo segundos, como una ráfaga, o un rollo cinematográfico de película.

Incluso el problema era similar. Unos idiotas molestaban a un niño por diversión. Niño, que le parecía a Kohaku en cierto modo.

—e-es-ta-s...l-loc-ca —balbuceó lentamente mientras varias lágrimas caían de sus ojos marrones—

—lo sé...la soledad me hizo daño...y mucho. —por fin dejó de golpearlo, y tomó el destrozado rostro del joven entre sus manos— ¿le harás daño a alguien más?

El rubio negó como pudo, estaba desesperado, y temía que aquella mujer lo continuara golpeando.

No podía creerlo, una chica, una simple adolescente que era menor que él, tanto en edad como en tamaño, lo había noqueado fácilmente, lo había abatido.

Sin embargo eso fue un pensamiento qué pasó rápidamente por su mente, antes de perder la conciencia.

Suspiró inclinando su cabeza hacia atrás —ya puedes irte, niño, y te advierto que si le dices esto a alguien, te haré lo mismo o algo peor. —dirigió su mirada a él. No tenía el ceño fruncido, pero sus ojos verdes ya no eran brillantes, sino oscuros y vacíos. Aquella mujer realmente daba miedo—

—¡no! ¡Claro que no diré nada, señorita! ¡Lo juro!
—se lanzó al suelo, colocando su frente contra el cemento y las manos flexionadas hacia delante— usted me salvó, le debo la vida...

—¿qué..?

Algo asombrada, estuvo dispuesta a hablar, pero unos pasos provenientes de la entrada del callejón, llamaron su atención.

Algo intrigada se giró, dándole un perfil inquietante.
Mostrando su más seria e intimidante mirada, escaneó a los sujetos de pies a cabeza.

Estaba más que sorprendida, pero no quería que lo vieran. Se había encontrado con alguien inesperado sin duda, o más bien, alguienes.

—Manjiro Sano...el líder de la poderosa y muy conocida Tōman. Dígame, ¿qué hace en terrenos Sukeban?

—¿Sukeban..? —mencionó un rubio bastante alto con un tatuaje en la sien—

—¿eres Ayame? —abrió muy grandes los ojos un chico de pelo violeta—

—si...Ayame Igarashi, un gusto conocerlos —con un leve gesto de su mano y una pequeña sonrisa, saludó a los jóvenes, los cuales correspondieron al gesto, saludando de igual manera—

—con todo respeto —intervino un rubio de ojos verdes— ¿qué acaso las Sukeban no fueron desintegradas?

El pelivioleta le propinó un codazo al blondo, además de que recibió una mala mirada por parte de su líder.

—ah~, no se preocupen...es cierto lo que dicen
—se levantó de encima del rubio con el rostro desfigurado— mis princesas fueron abatidas...sin embargo, aquí quedó su reina, en pie, y por ello seguiré luchando. Es una pena que las que sobrevivieron no tuvieron el valor de quedarse junto a mi. —fingió limpiarse una lágrima pero luego le tendió la mano al líder— lo que dije antes era broma, lastimosamente ya no puedo "reinar" por estas áreas, pero ustedes pueden venir cuando deseen.

Mikey estuvo dispuesto a tenderle la mano, como muestra de paz, pero al percatarse de la sangre en ella, no pudo evitar sentir intriga.

—¿es tu sangre? —cuestionó—

—no, de esos bobos...—se giró levemente, lanzándoles malas miradas a los tres bravucones que ahora sólo parecían ovejitas indefensas— estaban maltratado a aquel niño...—señaló al joven, que seguía escondido en las sombras— por cierto, te dije que puedes irte, y por favor no andes solo por los callejones, ¡menos aún si es de noche!

𝓟𝓮𝓻𝓭𝓲𝓬𝓲𝓸𝓷 卐 𝐓𝐎𝐊𝐘𝐎 𝐑𝐄𝐕𝐄𝐍𝐆𝐄𝐑𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora