• Memories: Us •

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» Memories: Us.         
                 
               
                 

Diluc estuvo una semana bajo cuidados intensivos en la catedral, y podría haber pasado más tiempo con las hermanas recibiendo todo tipo de atenciones médicas si no fuera por la insistencia del pelirrojo de descansar en su propio hogar.
               

Dos costillas rotas, brazo izquierdo dislocado, una cicatriz horrible en la cabeza, a la altura de la nuca y unos cuantos moretones fue la cuenta final de ese enfrentamiento con tres mitachurls.
               

Kaeya había intentado ir a verlo todos los días después de cumplir con sus horarios de servicio, pero curiosamente cada vez que entraba a su habitación, el pelirrojo estaba durmiendo.
               

Quería creer que realmente estaba agotado, que los analgésicos lo tenían un tanto sedado y por eso dormía demasiado, pero su lado paranoico le indicaba que quizá, estaba fingiendo descansar para no tener que enfrentarlo.
               

Decidió intentar hablar con él otra vez cuando regresara a la bodega para cumplir con su recuperación, ya que tampoco tenía mucho tiempo libre y las hermanas eran estrictas con el horario de visita. No podía darse el gusto de quedarse por horas y esperar a que el mayor despertara para hablar.
               

Diluc obtuvo una licencia de sus actividades como capitán hasta que estuviera completamente recuperado, así que ahora estaba acostado en su cama, casi inmóvil, ocupando su tiempo leyendo libros o admirando el paisaje a través de la ventana.
               

Adelinde le revisaba las heridas y le cambiaba las vendas cuando era necesario, así que solo era cuestión de tiempo para volver a retomar sus deberes como caballero.
               

Eso era lo que más deseaba, ya no soportaba un día más encerrado.
               

—Luc.
               

Kaeya había logrado por fin encontrar al pelirrojo despierto, gracias a que Adelinde confesó que le había subido su medicina. Se trataba de una taza amarga de un bebestible que las hermanas le habían indicado que le ayudaría a sanar sus heridas, así que cada día debía al menos beber unos cuantos sorbos, aunque tuvieran un mal sabor.
               

—Hola. —Le dedicó una suave mueca que de seguro simulaba una sonrisa. Había estado evitando hablar con él, pero ya no podía seguir haciéndolo, necesitaba escuchar su voz o al menos arreglar lo que sea que estuviese pasando entre ellos durante el último tiempo.
               

—¿Cómo te sientes? —Preguntó el moreno, acercándose hasta la cama para acomodar una de las almohadas detrás de la espalda ajena, con la intención de que así pudiera sentarse mejor y seguir bebiendo ese líquido que sostenía entre sus manos.
               

—Bien, aunque debo admitir que he tenido días más espléndidos. —Murmuró con sarcasmo, provocando que Kaeya soltara una carcajada de su garganta. Al menos el pelirrojo no perdía algo de su sentido del humor. —¿Y tú qué tal?
               

—Nada sorprendente que pudiera compararse al héroe actual.
               

—¿Héroe actual? ¿De qué hablas?
               

Kaeya se dirigió a la silla del escritorio del mayor para sentarse allí, sonriendo ladino ante la nueva información que tenía para entregarle. Diluc no parecía muy feliz mientras lo observaba con extrañeza, demasiado concentrado en escuchar lo que tenía para decir.
               

 • This is our story • [ Kaeluc | Genshin Impact ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora