• Memories: 18 years (IV) •

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A la mañana siguiente...
          

-¡Kaeya! ¡Arcontes! -La voz de Jean, gritándole en la lejanía, le despertó.
          

Ni siquiera entendió porque sentía cada músculo de su cuerpo adolorido, mojado hasta el punto de la hipotermia, cubierto de barro y sangrando por la cabeza.
          

Pero los horribles recuerdos de la noche anterior le golpearon de forma violenta, y las ganas de llorar se acumularon en su garganta a tiempo récord.
          

Su visión Cryo seguía a sus pies, brillando bajo la luz de sol, tan inmaculada como en el momento que apareció, creando un escudo que prácticamente le salvó la vida.
          

¿De verdad Diluc había estado dispuesto de acabar con su existencia dándole muerte?
          

-¡¿Qué ha ocurrido?! ¡¿Estás bien?! -La mujer se arrodilló a su lado con el rostro preocupado, mientras le quitaba aquella chaqueta húmeda y sucia que portaba para ayudarle a vestirle con la propia.
          

Él temblaba como un bebé y Jean no pudo evitar sentir las ganas de protegerlo. Se veía tan desolado y vulnerable... Como si hubiese sido desechado.
          

No podía permitir que los demás caballeros lo vieran en un estado tan débil y demacrado.
          

-Luc... Diluc...
          

-¿Fue Diluc? -Jean parpadeó un par de veces sin comprender el motivo del temblor de su compañero, y se limitó a abrazarlo contra su regazo cuando el hombre comenzó a llorar, derramando lágrimas que no se detenían ni siquiera por un segundo. -¿Qué estás diciendo...? Diluc nunca haría algo como esto...
          

Kaeya solo se aferró al cuerpo de la mujer mientras ocultaba su rostro de los demás soldados que no sabían qué hacer ante la escena que presenciaban.
          

Desde la mañana habían estado buscando a Kaeya porque era su deber como capitán provisorio reunir a sus hombres y dar las tareas del día.
          

Pero no se presentó en la oficina.
          

No había ninguna señal de él.
          

Y la alarma se encendió en la cabeza de la rubia cuando divisó una melena roja entrar a la oficina del Inspector Eroch en la madrugada, a primera hora.
          

Era bastante extraño, porque la gran mayoría de los soldados sabían de la mala relación que ellos tenían y que intentaban disimular frente a los demás.
          

¿Por qué Diluc acudiría a una reunión con la persona que había intentado destruir su estatus dentro del Ordo Favonius?
          

La mujer reunió toda la fuerza necesaria para separarse un poco de Kaeya y pedirle que se pusiera de pie.
          

Era imprescindible que fuera a la catedral para revisar sus heridas y por sobretodo para intentar solucionar el problema de la hipotermia. Kaeya estaba realmente congelado al tacto.
          

-Estás frío...
          

-Yo no siento nada de eso...
          

 • This is our story • [ Kaeluc | Genshin Impact ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora