• Memories: The beginning of the end •

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» Memories: The beginning of the end.
         

             

Esa mañana Diluc se despertó gracias a dos golpeteos suaves en la puerta.
             

Creyó que era una manera que tenía Adelinde para hacerles saber que iban atrasados al trabajo, pero cuando se percató de la hora gracias al reloj de pared de la habitación de Kaeya, se dio cuenta que era bastante temprano.
             

Casi las seis de la madrugada.
             

Unos cuantos golpes más se escucharon sobre la madera y el pelirrojo supo que algo había ocurrido dentro de la bodega para que la mujer siguiera presionando en que fuera atendida, incluso sabiendo que si no lo encontraba en su propia cama, estaría en la de su hermano menor.
             

Se levantó del colchón con cuidado, intentando no despertar a Kaeya que seguía descansando sin perturbarse en absoluto por el ruido, y se acercó hasta la puerta para abrirla lentamente, encontrándose con la mirada espantada de Adelinde.
             

Sus ojos estaban brillantes, como si estuviese a punto de largarse a llorar.
             

—¿Adelinde? ¿Qué ocurre? ¿Qué te ha pasado?
             

—Joven Diluc… —Susurró ella mientras miraba detrás de su espalda, como si tuviera miedo que alguien la estuviese espiando y escuchara la conversación que ellos dos mantenían. —Por favor, baje ahora a tomar desayuno con su padre.
             

—¿Ahora? ¿Tan temprano?
             

—Debe bajar ahora. —Le repitió en voz baja, utilizando un tono casi inaudible. La mujer volvió a mirar hacia atrás y se inclinó hacia adelante, lo suficiente como para alcanzar su oído y hablar nuevamente. —Su padre está furioso, ha recibido una correspondencia.
             

El Ragnvindr no entendía del todo de qué se trataba toda la situación, pero debía admitir que intuía el motivo de su enojo, así que no se hizo esperar más.
             

—Tranquila, estaré listo en cinco minutos.
             

La doncella principal solo se limitó a asentir ante la promesa del menor para luego dirigirse hasta las escaleras, encaminándose con paso firme hasta el primer piso, en dirección al comedor donde seguro su padre estaba sentado esperando el desayuno del día.
             

Diluc no se hizo esperar, tal y como había prometido, en cinco minutos estuvo listo. Cambió su uniforme por el que Adelinde le había preparado y peinó su desordenado cabello rojo en una coleta baja antes de calzar sus zapatos y enganchar su visión en su cinturón.
             

Ni siquiera se atrevió a despertar a Kaeya, consideró que era innecesario y más aún cuando todavía estaba convaleciente y tenía heridas de las cuales debía recuperarse, así que bajó las escaleras con lentitud, intentando entender a qué se debía esta nueva reunión.
             

El matrimonio y su mayoría de edad eran su primera opción.
             

Cuando llegó al comedor vio a su padre sentado en la cabecera de siempre, con sus codos apoyados sobre la mesa y con sus manos posadas sobre su frente. Parecía como si estuviese meditando durante un largo tiempo, pero a la vez parecía a punto de estallar.
             

 • This is our story • [ Kaeluc | Genshin Impact ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora