• Memories: Day at the tavern •

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» Memories: Day at the tavern.     
                 
               
                 

Semanas después de esa noche, Diluc deseó con todas sus fuerzas tener un momento así de relajado otra vez con Kaeya, porque ahora... Era prácticamente imposible.
             

No sólo tenía los deberes y responsabilidades habituales de ser el Capitán de Caballería, gracias a su creciente popularidad por lo ocurrido en las ruinas del Templo del Viento, gran parte de las expediciones solicitaban que fueran comandadas por él.
             

Ni siquiera tenía el valor para negarse a tener aún más carga de trabajo, porque la verdad es que amaba ser útil para la seguridad de Mondstadt.
             

El único inconveniente que tenía, era que los días miércoles y viernes, durante la tarde, debía estar en la taberna para acompañar a Charles, tal y como se lo había prometido a su padre, lo que eso significaba que debía programar gran parte de sus actividades de esos días para el fin de semana.
             

Miró su reloj de bolsillo con un rostro inexpresivo. El suspiro que abandonó su garganta fue de aburrimiento, más aún al darse cuenta de que ya era hora de tener que acudir al bar.
             

Charles era una buena persona, y un gran profesor, no tenía ningún problema con pasar sus últimas horas del turno con él, lo que realmente le molestaba era el aroma a vino y la cantidad de borrachos que se agolpaban a toda hora dentro del lugar.
             

Diluc no podía comprender por qué la mayoría de los hombres que acudían allí, decidían que emborracharse hasta no poder más era una buena idea para ahogar cada uno de sus problemas personales y cuando lo preguntó en voz alta, durante una de sus tantas visitas, Charles solo le dedicó una pequeña sonrisa en respuesta
             

Ni siquiera él lo sabía.
             

—Buenas tardes, joven maestro Diluc.
             

El pelirrojo ingresó a la taberna en silencio, observando con atención como un bardo se inclinó ante su presencia en un gracioso saludo para luego continuar con su poema, que hablaba de la libertad, de las mujeres y el amor.
             

Tuvo que ejercer todo su autocontrol para no formar una mueca de desagrado al notar que al fondo del local ya habían dos hombres sentados en una postura bastante incómoda, completamente intoxicados de vino.
             

—Charles. —El recién llegado se acercó hasta la barra y se sentó en el taburete, acomodando sobre la misma un montón de papeleo que había traído desde la oficina de su padre. —¿Cómo va todo?
             

—Los días miércoles es bastante tranquilo, creo que podrá hacer el inventario sin problemas.
             

—Eso suena excelente.
             

La verdad es que no estaba para nada entusiasmado, pero debía al menos mostrar un poco de interés. Por respeto a Charles, que ocupaba parte de su tiempo para enseñarle todo lo que sabía del manejo de la taberna y a su propio negocio familiar, el que heredaría cuando contrajera matrimonio.
             

Matrimonio... Había olvidado que Crepus había presionado también con ese tema y el hecho de recordar que Kaeya le había aconsejado que sería recomendable fingir interés en alguna señorita para que los rumores hicieran lo suyo, le hacía gruñir de fastidio.
             

 • This is our story • [ Kaeluc | Genshin Impact ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora