CAPÍTULO 1

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Cada quien define el amor de una manera. Todo depende de la persona, la situación, el tipo de amor al que te refieras...

Por ejemplo, Freud pensaba que el amor era cosa del narcisismo, de verte reflejado a ti mismo en la persona que amas. Otros, como Platón, lo definían como una mezcla de la verdad y el bien. Como un ansia de perfección, de alcanzar lo absoluto y la inmortalidad.

Había pensamientos y teorías diferentes, para nadie era el mismo concepto. Todo el mundo tenía al menos una cosa en esa definición de amor que la hacía diferente a los demás.

Para mí, la definición de amor era mi mejor amiga. Creo que, después de tanto tiempo, puedo expresar con certeza que estoy enamorada de ella, que es mi alma gemela, aunque ella no lo vea así. O, al menos, aunque ella no lo vea así en ese modo romántico.

Lo peor de todo, es que no me importa tanto. Obviamente, me encantaría que un día ella llegase y dijese «Ey, Margot, me gustas, ¿puedo besarte?» En serio, si pasase eso creo que podría ser la chica más feliz del mundo. Pero, eso es prácticamente imposible, así que no me supone un problema quedarnos en la fase de la amistad.

He perdido la cuenta del tiempo que me lleva gustando. He perdido la cuenta de las veces que en mi cabeza han pasado pensamientos de decírselo, de atreverme y decirle lo que me pasa con ella, pero solo se quedan en eso: simples pensamientos.

Si tuviese que decir cuando comenzó todo esto, en el momento en el que dije «Margot, te estás pillando de tu mejor amiga», apostaría a que fue a los ocho años. Sí, sé que es una temprana edad, pero tampoco estoy hablando de que a los ochos años quisiera besarla.

Fue más como la sensación que te recorre cuando te gusta una primera persona, que no sabes que te sucede, solo sabes que te gusta hablar con ella, y que, cuando te habla, notas algo raro en el estómago. Eso fue lo que me pasó a mí.

Me acuerdo perfectamente del momento cuando pensé, «joder, ¿qué ha sido ese escalofrío? ¿Qué ha sido esa sensación rara, la cual no sé explicar?»

Estábamos en su casa, acabábamos de comer y estábamos viendo una película. Concretamente, Expediente Warren. No sé ni porque pensamos que sería una buena idea verla. Recuerdo que los padres de Emma —mi mejor amiga—, nos dijeron que no viéramos películas de miedo. Supongo que lo hicimos solamente por hacer algo prohibido.

No fue una buena idea. No pudimos ni acabar la película y, para cuando decidimos quitarla, estábamos lo bastante traumatizadas como para que Emma convenciera a sus padres para que durmiéramos juntas.

Estábamos acostadas en la cama, frente a frente y con el reciente miedo de que la película pudiese hacerse real. Nuestras manos estaban entrelazadas, sosteniéndonos la una a la otra y yo casi temblaba.

—Tengo miedo —le susurro a Emma con voz temblorosa.

—No pasa nada, es solo una película —intenta tranquilizarme, pero noto el temor en su voz.

Sé que se está esforzando por ser la más cuerda de las dos, porque, si no, esto sería un desastre. Pero la conozco lo suficiente como para saber que ella también tiene miedo.

—Pero, ¿y si nos han mentido y está basada en hechos reales? ¿Y si no lo ponen solo por no crear miedo?

—No va a pasar nada —me dice. Luego, pasa la mano que no está entrelazada a la mía por mi cintura, pegándome a su cuerpo. Intentado que dejase de tener miedo y que, sobre todo, dejase de decir tonterías.

Nuestras narices casi se rozaban y el miedo en mi cuerpo estaba mezclado con unos nervios que no sabía de dónde venían.

—Vamos a dormir, no pasará nada, te lo prometo —musita, antes de darme un pequeño beso en la punta de mi nariz.

Todo por un Sí - #1 [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora