CAPÍTULO 3

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—¿No tienes frío? —Es lo que pregunto luego de estar un rato calladas, mirando el entrenamiento de los jugadores del equipo de fútbol.

Me sorprende la capacidad que tiene Emma para que el frío no le afecte, porque, estamos a mitad de septiembre y las temperaturas están bajando considerablemente, y ella todavía va vestida con tops sin mangas.

—No mucho —se encoge de hombros, restándole importancia—. Pero, bueno, ese no es el tema. ¿Alguna sugerencia para hablarle?

Sé que está hablando de Alexander.

—Pues... No sé, Emma, depende de lo que quieras hacer.

—Quiero quedar con él, obviamente.

—Pues díselo, directamente —contesto con expresión seria.

—¿Directamente? ¿No será precipitado?

Probablemente. O no. Depende de los gustos que tenga Alexander.

—A los chicos les gusta que seamos directas —generalizo, él tiene pinta de ser de este tipo.

—¿Entonces le digo de quedar? ¿Y ya está?

—Sí. Es decir, ¿eso es lo que quieres no? ¿Para qué vas a liar más las cosas? Simplemente díselo y espera a que la buena suerte te acompañe.

No sé ni cómo estaba diciendo todo esto, porque estaba que me moría de los celos. O sea, estaba ayudando a la chica que me gustaba a ligar con otra persona. ¿Se puede ser más patética?

—¿Y si me dice que no?

Se confirmaría que es idiota.

—No te va a decir que no, eres preciosa, demasiado para el bien común —las palabras salen de mi boca sin planearlo.

Carraspeo, mientras noto como mis mejillas comienzan calentarse. Espero que no se note.

—O sea...

—Gracias —habla con una sonrisa—. Tú también eres muy guapa, Margot.

Frunzo el ceño y estoy a punto de rodar los ojos antes de abstenerme por dos razones:

1) No quiero que se note mi frustración al ver que esta mujer no pilla nada de las indirectas que le mando.

2) No quiero que piense que su halago me ha molestado y tener que explicarle que no ha sido así.

Así que, simplemente, agradezco al igual que ha hecho ella.

—Entonces... Cuando acabe el entrenamiento... ¿Se lo digo?

—A ver, no directamente, que eso da un poco de miedo. Acércate a él, habla con él, no sé, puedes hablar sobre cuando te habló y, entonces, cuando ya estéis en una conversación más cómoda, se lo propones.

—¿Ves? Te necesitaba para esto. Yo seguramente hubiese hecho el ridículo.

—No digas eso, Emma.

—Es la verdad, soy un desastre para esto.

Me encantaría poder comprobarlo.

—Solo tienes que tener seguridad en ti misma, y ya está, lo demás es fácil.

—Igualmente, muchas gracias por ayudarme con esto. Eres la mejor —me abraza de lado, echando los brazos alrededor de mi cuello.

—No es nada —respondo, tensa y a la vez cómoda por el abrazo.

***

Una hora después, Alexander y los demás chicos han terminado el entrenamiento. Bajamos de la grada cuando Emma vio la oportunidad y yo me he quedado al lado de la puerta de los vestuarios, viéndolos desde lejos.

Todo por un Sí - #1 [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora