CAPÍTULO 18

9.6K 504 98
                                    

—Beatriz Lewis —hace poco que llegamos al hospital. Hemos tenido que esperar a que atendieran a dos personas que estaban delante de nosotras en la cola de recepción y, por fin, nos toca a nosotras—. Nos llamaron diciendo que ella estaba aquí —explica mamá al hombre que hay detrás del mostrador.

—Un momento —vemos como el señor empieza a teclear en su ordenador—. Está en quirófano.

—Eso ya lo sabemos. Queremos saber dónde está la zona de quirófano —puedo notar como la voz de mamá cada vez es más angustiada.

—Se tienen que cambiar de edificio. Van a la planta tres y preguntan allí —nos explica con parsimonia.

No nos molestamos en contestar.

Vamos casi corriendo hacia el otro edificio y subimos las escaleras hasta llegar a la planta tres. Nos dirigimos hacia el mostrador y, por suerte, no hay cola que esperar.

Una señora de unos cincuenta años es la que nos atiende.

—¿En qué puedo ayudarlas?

—Beatriz Lewis —responde mamá—. Nos han llamado diciendo que está aquí.

De nuevo, la señora teclea algo en su ordenador.

—Sí, está aquí. Está siendo atendida en quirófano. Como comprenderán no pueden verla.

—¿Y qué quiere que hagamos entonces?

—Siéntense en las sillas que tienen ahí detrás —señala con su cabeza las sillas de plástico pegadas a la pared—. Puedo llamar al médico que se está encargando de su operación, si quieren.

—Sí, queremos —respondo.

La mujer asiente y tiro suavemente del brazo de mamá para ir a sentarnos, pero ella se queda estática en su posición.

—¿Pero va a tardar mucho en venir? —Pregunta.

Su tono de voz es desesperado, a la par que ansioso.

—No lo sé, señora. Tengo que llamarlo.

—¿Y a qué espera?

—A nada. Voy a llamar ya, tranquilícese.

—No me puedo tranquili...

—Mamá —la llamo con un toquecito en su brazo. Agarro su mano y tiro de ella suavemente—. Vamos a sentarnos.

Duda un poco, pero luego asiente y deja que la guíe hasta las sillas de plástico azules que hay a unos pasos de distancia. Nos sentamos y estamos unos minutos mirando al frente, casi sin movernos, hasta que mi cuerpo no aguanta más y empiezo a soltar todo lo que he estado reprimiendo desde que nos montamos en el coche.

Se me escapa un leve sollozo que alarma a mi madre.

—Cariño... —Pasa su brazo por mis hombros y me abraza contra ella—. Tu madre es fuerte, va a estar bien, ya lo verás —me dice en un tono reconfortante. Deja un beso en mi cabeza y me estrecha más contra ella.

Asiento y me convenzo de lo que me dice.

Ella va a estar bien.

Va a estar bien.

Bien.

***

Dos horas después, vemos a un hombre vestido de blanco caminar hacia nosotras.

Nos levantamos apresuradamente y, quien supongo que es el médico que según la mujer del mostrador iba a llegar pronto, se para frente a nosotras.

—¿Son familiares de Beatriz Lewis?

Todo por un Sí - #1 [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora