CAPÍTULO 5

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El beso estaba siendo increíble. Esta chica sabía lo que estaba haciendo, y me lo hacía saber cada vez que su lengua chocaba con la mía. Seguían una perfecta sincronía que provocaba que mis vellos se erizaran y mi temperatura corporal subiera de manera desmesurada.

Mis manos, que descansaban en sus mejillas, bajaron a sus hombros y una de ella se enredó en su cuello. Mientras que las suyas, seguían en mi cintura, apretando ligeramente de vez en cuando. Sus dedos acariciaban esa parte y mandaban pequeñas descargas de electricidad a mi cuerpo.

Luego de, no sé cuánto tiempo más, nos separamos en busca de aire. Las dos teníamos las respiraciones agitadas, y podía apreciar como sus labios se habían hinchado, haciéndolos lucir mucho más gruesos de lo que ya eran.

—¿Puedo coger ya mi alcohol?

Para ser sincera, se me había olvidado el alcohol con el beso tan increíble que acabábamos de tener. Solo he preguntado eso para cortar el ambiente tenso que suele quedar después de un beso con alguien no conoces. Nunca sé qué decir o hacer, al menos ahora tengo una excusa para hablar.

—Claro, has cumplido todas tus condiciones. Enhorabuena.

Puse los ojos en blanco, pero igualmente me reí.

Llegue hasta donde estaban los dos vasos y la botella de vodka. Cogí directamente la botella para darle un largo trago. Sentía el alcohol deslizándose y quemando mi garganta. Estaba bien con eso, no nos vamos a mentir, me gusta beber, sé que es malo, al igual que fumar, cosa que hago de vez en cuando. No muy seguido, pero sí a veces, sobre todo cuando me estreso, es como un calmante.

—Oye, para —habla la chica, de la cual no sabía aún el nombre. De un momento a otro, la botella ya no estaba en mis manos y ahora la tenía ella. Me sorprendo un poco cuando veo que he bebido bastante más de lo que pensaba—. Si quieres un coma etílico, hazlo en tu casa, no en la mía —dicho eso, ella también bebió de la botella.

Qué ironía.

—No me había dado cuenta.

—Tranquila, solo es que me has caído bien, no quiero que te dé algo raro. Bebe si quieres, pero no así —dice con otra sonrisa, esta vez más pequeña.

¿No se cansa de sonreír?

—¿Por qué no dejas de sonreír?

—No lo sé, supongo que me pareces graciosa.

—¿Graciosa?

Ella asiente, aun sonriendo.

—Supongo que es porque entro a la cocina y veo a una chica medio borracha, pateando mis armarios. Parecías una niña pequeña en medio de una rabieta—hace la misma similitud que he hecho yo antes—. Sí, la verdad es que es gracioso.

—No es mi mejor día, ¿vale? —Ruedo mis ojos—. Por cierto, ¿cómo te llamas?

—¿Ahora me lo preguntas? —Se ríe.

—Sí, ¿tienes algún problema? —Mi tono de voz se torna molesta. Me está desesperando con tanta risita.

¿Por qué no puede simplemente decirme el nombre?

—Ninguno —otra risa—. Hayley. Me llamo Hayley.

Asiento. Me quedo mirándola, la verdad es que no sé qué hacer. Tengo un debate interno entre sí debería irme o, en cambio, debería quedarme.

—¿Quieres acompañarme? —Pregunta.

—¿A dónde?

—Es una sorpresa —hace un gesto con las manos, dándole más dramatismo.

Todo por un Sí - #1 [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora