CAPÍTULO 34

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Una semana había pasado desde la conversación con Sarah. Hemos estado hablando por mensaje, no en charlas muy extensas, pero si algunos mensajes interesándonos por la otra. No creo que nos veamos en un tiempo, pero eso no impide que no quiera saber de ella. Además, le pregunté si le molestaba y ella dijo que no, que estaba bien, que le gustaba hablar conmigo. Así que todo genial.

Bueno, todo no. Estaba el tema más importante: Emma. Estos días he estado dándole vueltas en mi cabeza, intentando comprenderla, poniéndome en su situación y pensando que habría hecho yo de estar ahí. Me he dado cuenta de que no se merecía mi enfado, o la forma en la que le hablé en casa de Hayley. Hizo cosas mal, sí, pero creo que si yo hubiese estado en su lugar las habría hecho peor.

No me puedo imaginar la situación, con la prensa pendiente de ella, su padre presionándola, su madre sin darle apoyo, solo siguiendo a su marido con los ojos cerrados, como siempre ha hecho. Y, luego, lo peor de todo, que te digan de un momento a otro que te vas a otra ciudad, dejando toda una vida aquí, y que tú no puedas hacer nada para impedirlo.

Así que sí, me arrepiento bastante de haberla estado odiando todo este tiempo. Me dolió, sí, pero sé que a ella también, y que no hubiese hecho nada de lo que hizo si hubiese sido por ella.

Creo que, si las dos ponemos de nuestra parte y logramos solucionar los problemas de un modo sano, con comunicación y sin reproches, podemos conseguir estar juntas de nuevo, aunque sólo sea en un tipo de amistad.

Odiaría eso, en realidad, porque no soporto verla con alguien más o pensar que ella puede estar interesada en alguien más. El beso de la fiesta me hace pensar que ella también quiere lo mismo, pero hasta que no lo hable con ella, no me quiero hacer ilusiones del todo. Así que, si me dice que si quiere estar conmigo y que quiere arreglar las cosas, seré la mujer más feliz del mundo. Y, si me dice que quiere tener una amistad, nada más, seguiré siendo la mujer más feliz del mundo, a lo mejor al principio me disgustaría, pero tan sólo de tener la certeza de verla todos los días, me vale y me sobra.

Por todo esto, estoy ahora mismo delante de la puerta del apartamento de Nate. Toco la puerta con los nudillos y espero a que abra él, por favor, no quiero ver al tal Tyler.

Para mi suerte, Nate es el que abre, con cara de confusión al verme aquí.

—¿Qué haces aquí? —Saluda, el simpático.

—Hola a ti también. Te dije ayer que iba a venir, ¿te acuerdas?

—¿A mí?

—Si, a ti —ruedo los ojos—. Da igual, ¿está Emma?

—No. Ha salido a... —Sus ojos se abren desmesuradamente—. A tu casa. ¿Qué coño haces aquí? Se suponía que tenías que estar en tu casa.

—¿Mi casa?

—Mierda, joder —se pasa las manos por el pelo, girándose—. Se ha tirado dos días para hacer esa mierda y tú no estás en tu casa, que decepción se va a llevar...

—¿Me puedes explicar que está pasando?

Se gira, y me mira con cara de pocos amigos, empujándome hacia el ascensor.

—¿Se puede saber qué haces aquí todavía? ¡Corre a tu casa!

—¡¿Pero, por qué?!

—¡Tú hazlo!

Me empuja dentro del ascensor y él mismo presiona el botón de la planta cero. Las puertas están a punto de cerrarse cuando él habla.

—Llega a tiempo, por favor.

Con la alarma instalada en mi cuerpo, voy lo más deprisa que puedo hasta mi coche, y cuando ya me he subido no pienso ni en poner música. Toda mi cabeza está en la tarea de llegar a casa.

Todo por un Sí - #1 [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora