CAPÍTULO 33

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Emma.

—¿Encuentras las llaves o qué?

—Espérate, joder —vuelve a buscar en los bolsillos, sin éxito.

—¿Has perdido las llaves, Nate? —no puedo evitar reírme—. ¿No eras tú el responsable que tenía todo bajo control?

—Cállate.

—¿Cuánto has bebido como para perder las llaves? —Lo pico, haciendo que me mire peor aún.

—Nada, joder. Si solo me he bebido una cerveza —su frustración me hace gracia. Cuando veo que no para de buscarlas, pongo una mano en su brazo, parándolo.

—Asúmelo, las has perdido. Deja de buscar.

—¿Y cómo entramos, lista?

—Tyler está dentro.

—Durmiendo. Dudo mucho que se despierte —rueda los ojos con hastío.

—Podrías disimular lo mal que te cae —toco la puerta, más fuerte de lo normal, intentando que me oiga.

—Te cae mal hasta a ti, Emma. No me puedes juzgar.

—No me cae mal. No estaría con él si eso fuese así.

Nate me da una cara de incredulidad, como diciendo «deja de mentirte a ti misma, no lo soportas».

—Claro —rueda otra vez los ojos, sin querer ahondar en ese tema de nuevo. He perdido la cuenta de las veces que hemos discutido esto.

Cinco minutos después de no parar de aporrear la puerta, estoy llamando a Tyler. No sé por qué no se nos ha ocurrido antes, pero bueno, mejor tarde que nunca.

—¿Qué? —Su voz medio dormida y borde me saluda.

—Tyler, abre la puerta, estamos fuera.

—¿No sabéis usar una llave?

—Nate las ha perdido. ¿Puedes abrir, por favor?

Lo oigo suspirar y luego me cuelga. Segundos después la puerta se abre dejando ver a un Tyler bastante dormido y molesto.

—Por fin —suelta Nate, haciéndolo a un lado y entrando en su piso. Yo entro detrás suyo y voy directa hacia la que está siendo mi habitación el tiempo que estoy aquí.

—¿Te parece normal volver casi a las cuatro de la mañana? —Escucho su voz llena de reproche detrás de mí.

—Ya hemos hablado de esto, Tyler —digo cansada, mientras dejo el bolso y me quito los zapatos.

—Sí, y parece que te da igual.

—¿Qué quieres que te diga? —Me doy la vuelta, quedando frente a él.

—Tú sabrás, Emma. Me dejas aquí solo y tú te vas de fiesta.

—Haber venido, ya te lo he dicho.

—Es que si se supone que estoy aquí contigo es para que me hagas cas...

—Yo no te pedí que vinieras —espeto—. De hecho, no quería que lo hicieras porque sabía que iba a pasar algo como esto.

—Claro —sonríe, irónico.

—¿Qué?

—Esa no es la razón por la que no querías que viniese.

—La razón es que yo quiero disfrutar con mis amigos y no estar pendiente de ti.

—Sí, seguro. Venga, Emma, que no soy gilipollas.

—No te entiendo.

—Sí que me entiendes. Tú querías que no viniese para poder estar con la tal Margot esa sin que nadie te molestase.

Todo por un Sí - #1 [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora