CAPÍTULO 32

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—¿Estoy guapa?

La pregunta de Sarah hace que desvíe mi mirada del móvil hacia ella y joder que si lo está. El vestido blanco resalta su tez morena y la hace ver mil veces mejor.

—Preciosa —dejo el móvil encima de su cómoda y me acerco, escaneándola de arriba a abajo mientras cojo su cara y la beso.

Me encanta como responde al beso con la mismas ganas que yo. Como pasea sus manos por mi cuerpo enfundado en un vestido negro y como agarra mi nuca, diciéndome en silencio que ni se me ocurra separarme. Y no lo hago, obvio, porque nadie querría separarse cuando ella te está besando. Es casi hipnótico.

Casi.

Sería hipnótico del todo si fuese una rubia, con unos ojos verdes en los que podrías perderte durante una vida entera. Mierda. Ahora estoy pensando en quien no debería. Gruño contra sus labios, molesta con mi propia mente por irse a donde no debe.

Me separo de mala gana, no quiero besarla pensado en otra. No es lo más correcto que digamos.

—¿Nos vamos? —Pregunto con la voz agitada, a causa de la falta de oxígeno. Sarah frunce el ceño, supongo que pensando en porque ese cambio de tema tan brusco, pero no dice nada y simplemente asiente, lo que yo agradezco desmasiado.

Después de un paseo en coche, llegamos a la casa de Hayley. Como siempre está atiborrada de gente y la música se escucha a una gran distancia. Aún no entiendo como es que los vecinos no se han quejado ni una sola vez.

Saludamos a nuestros amigos cuando entramos en la casa y poco después ya hay un vaso en mi mano, del que he empezado a beber. Sarah también tiene uno en la mano, y me está hablando de algo, pero no la escucho, en este momento soy incapaz.

No cuando acaba de entrar en un vestido rojo, no cuando sus gruesos labios están pintados de un color rojo más oscuro y no cuando muestra esa sonrisa preciosa, riéndose de algo que Keith le ha dicho.

—Margot, ¿dónde estas?

Vuelvo mi vista hacia Sarah, sintiéndome mal por no escucharla. Bebo el líquido de mi vaso en tiempo récord y me levanto, no queriendo tener mi atención concentrada en la rubia. No se lo merece.

—Vamos a bailar —extiendo una mano hacia la morena frente a mi y ella la agarra, dejándose conducir al tumulto de gente que baila en medio de la estancia.

Hago que se dé la vuelta, pegando su espalda a mi pecho y poniendo mis manos en sus caderas. Nos movemos en sincronía, y dejo de pensar en personas en las que no quiero pensar cuando su cuerpo se amolda al mío, sacudiéndose mientras bailamos. Poso mi boca en su cuello y lo beso, notando como el alcohol empieza a hacer efecto en mi.

—No hagas eso —murmura.

—¿Por qué? —Sonrío sobre su piel, sabiendo la respuesta.

—Porque me pones cachonda.

La giro, quedando de frente a ella. Y la beso, la beso con todas las ganas, porque yo también me estoy poniendo cachonda, como ella dice.

—Margot —murmura contra mis labios—. No empieces algo que no puedes acabar.

La doy un último beso y la agarro de la mano, empezando a andar.

—¿A donde vamos?

—Ya lo verás.

Subo las escaleras, feliz de ser amiga de Hayley. Porque eso significa que tenemos acceso al segundo piso, y eso también significa que tenemos su bendición. Incluso ella misma lo dijo.

«Mira, si queréis follar en mi casa, hacedlo, mientras que no sea en mi habitación, me da igual».

Así que tengo vía libre para meterme en una habitación de invitados, y tener la certeza de que ella no se va a enfadar si se entera.

Todo por un Sí - #1 [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora