CAPÍTULO 23

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Cuando salgo del instituto, estoy en una maldita nube de azúcar.

Hoy es uno de esos días en los que sientes que, por mucho que se te jodan, nada va a arruinar tu felicidad. No tendré clases hasta dentro de tres semanas, y esa noticia me tiene saltando de la emoción.

El solo pensar que se han terminado los exámenes finales, el madrugar, el estudiar, las obligaciones que conlleva todo esto, hace que se me acelere el corazón de pura felicidad.

Solo puedo pensar en todas las cosas que podré hacer con Emma ahora que ya no tiene a su padre encima, presionándola con los estudios. También pienso en las fiestas con los demás, en las tardes viendo películas y comiendo pizza, en las salidas con mis amigos...

Sí, estoy demasiado feliz.

Lo único que me quita un poquito esta felicidad, es que ha empezado la temporada de nieve.

Las calles se han teñido de blanco, las temperaturas han bajado considerablemente y los quita nieves ya rondan por la ciudad, desatascando las calles para que, tanto los coches como los peatones, puedan circular por ellas.

La verdad es que esto no me gusta.

Hace frío, la nieve se te mete en los zapatos si no llevas botas adecuadas, no puedes salir fuera (a menos que quieras coger una hipotermia)...

Al principio, la nieve está bien, pero cuando llevas tres meses con ella, acabas cansándote y deseando que llegue la primavera.

Otra cosa que ha cambiado en estos días, es que, con la llegada de la nieve, también ha llegado la Navidad. Todo está decorado; hay casas con luces, muñecos de nieve en los jardines, el árbol de la plaza de la ciudad ya está colocado y encendido, las calles se han decorado y los establecimientos también se han unido al plan.

—¡Esto hay que celebrarlo! —Oigo gritar a Hayley, quién acaba de salir por la puerta.

—¿Doña estrés ya no está estresada? —Me burlo.

—No. No voy a caer, hoy estoy demasiado feliz como para que me lo estropees con tus bromas sin gracia —se acerca a nosotras a paso ligero.

—Bueno, vamos a celebrarlo, ¿no? —repite.

—Vamos a esperar a que vengan Emily, Keith y Ethan. Así lo podemos hablar entre todos —responde Emma.

—Tienes razón, rubia.

—Ahí están —señalo.

Salen los tres juntos, hablando entre ellos. Emily es la primera en vernos y es quién avisa a los otros dos.

—Vamos a celebrar esto —pide Keith, nada más llegar.

—¿Veis? Él también quiere celebrarlo —defiende Hayley.

—Claro que quiero. ¿Sabéis lo que son tres semanas sin venir aquí?

Para Keith, era el cielo.

No le gustaba estudiar, ni el instituto, en general, pero sus padres lo obligaban a seguir viniendo, aunque no fuera obligatorio. Él ya trabajaba, porque quería ganar experiencia para su futuro y, además, porque no le gustaba pedirle dinero a sus padres. Siempre se lo reprochaban si él lo hacía.

En conclusión, tenía bastante claro que acabaría este último curso y no iría a la universidad, sino que buscaría trabajo o se formaría por otro lado.

—Eso  —apoya la pelinegra—. Vamos a celebrarlo.

—Yo voto sí —se une Ethan.

—A mí también me apetece —oigo a Emma.

Todo por un Sí - #1 [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora