CAPÍTULO 17

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El fin de semana había pasado sin incidentes.

No había hecho mucha cosa. Me pasé los dos días estudiando para un examen que tengo esta semana. Era de economía. No es que lo llevase mal, pero entraban tres temas y prefería empezar con tiempo para luego no estresarme.

Me aplico un poco de máscara de pestañas y me reviso en el espejo por última vez, comprobando que ya estoy lista para ir al instituto.

Es lunes.

Que pereza.

Voy con una sudadera negra, unos pantalones anchos, también de color negro y unas deportivas negras. También, tengo pensado ponerme un abrigo para no morir congelada ahí fuera. Por cierto, el abrigo también es de color negro. Hoy no estaba muy creativa para la ropa y, cuando eso me pasa, siempre acabo vistiendo colores neutros, como blanco, gris o negro. Hoy había optado por la tercera opción.

Salgo de la habitación y bajo a la cocina donde está mamá. Hoy ella no trabaja, pero, aun así, se levanta temprano.

No la entendía.

—Hola —la saludo al entrar. Veo que me pasa una taza de café y le sonrío con agradecimiento—. Gracias.

—Sabía que no ibas a tener ganas de hacerlo tú —me guiña un ojo y da un sorbo a su café. Yo la imito y también empiezo a beberlo—. Te veo más animada —comenta.

—Emma y yo hemos hecho las paces —me salto la parte en la que dijimos de estar juntas, por si acaso. No sé en qué situación estamos, tampoco sé si se lo podemos contar a alguien.

—¿Solo eso? —Enarca una ceja y puedo ver el atisbo de una sonrisa en su expresión.

—Sí —trato de disimular lo mejor que puedo—. ¿Por qué lo dices?

—No, por nada. Cosas mías —me da una última mirada antes de dejar la taza en el fregadero—. Que tengas un buen día —se despide y sale de la cocina.

No sé a qué ha venido eso. Espero que no sospeche.

La verdad, es que yo tampoco sé si estoy lista para contarlo.

***

Veinte minutos más tarde, estoy entrando al instituto. Recorro el largo pasillo y, cuando estoy a poca distancia del aula, veo a Emma de espaldas a mí, apoyada con su hombro en la pared.

Le doy un repaso y sonrío cuando me percato del gorrito azul claro, combinado con la chaqueta que trae puesta.

Me acerco por detrás y, cuando estoy lo suficientemente cerca, pongo mis manos en su cintura, provocando que pegue un saltito y se gire rápidamente.

Le sonrío mientras ella me mira con mala cara.

—Me has asustado.

—Esa era la idea —aún con las manos en su cintura, hago el ademán de echarme hacia delante para besarla, pero mis planes se ven interrumpidos cuando pone una mano en mi pecho, alejándome.

—Nos puede ver alguien —advierte, en voz baja.

Ah, sí. Se me olvidaba que tengo una novia a la cual la prensa atosiga.

Alejo mis manos y asiento.

—¿Qué haces aquí fuera?

—Te estaba esperando —responde como si fuese lo más normal del mundo. Lo cual, lo es, pero no puedo dejar pasar desapercibida la sensación de las famosas mariposas en el estómago.

—¿Entramos? —Cuestiono. Asiente y entramos al aula.

Menos de diez minutos después, la clase ya ha empezado y yo estoy a punto de quedarme dormida.

Todo por un Sí - #1 [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora