Hace mucho tiempo.

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25 de septiembre de 2010.

Muchas veces no sabemos cómo ni cuándo comienzan las historias, a veces cuando te das cuenta ya estás sumergido en un lugar de donde ya no puedes salir. Cuando te paras un momento a pensar y te preguntas: ¿Y esto cuando ha iniciado? No sabes la respuesta.

Luego de mucho tiempo tratando de recordar lo hago, supe donde comenzó todo, y fue incluso antes de saber en lo que me metía, fue incluso antes de conocerla realmente.

Lo mucho que recuerdo fue cuando tenía apenas veintitantos años.

Estoy en una esquina, hoy es viernes y se escucha música a todo volumen en alguna casa cercana.

—¿Y tú Diego? —me pregunta Antony, uno de los muchachos del barrio.

—Disculpa ¿Yo qué? —no estoy prestando mucha atención a la conversación.

—Bro ¿Estás prestando atención? —pregunta Daniel, mi hermano.

—No mucho—me siento en la acera. —ando algo distraído.

—¿Por tu internado? —vuelve a preguntar Antony. —Tranquilo, ya te graduaste nada puede salir mal, delante de tu nombre ya hay un doc.

Su comentario me hace sonreír. Aunque por dentro de carcome la preocupación del otro día.

—Ya quiero que estos meses se pasen rápido, lo único que deseo es aprobar todo.

—Tú sabes que yo ni el bachillerato terminé, pero tú eres bastante inteligente.

—Necesito concentrarme—suspiro colocando las manos en mi rostro.

El grito de una chica nos llama la atención, de inmediato me levanto y miro a los lados.

—Por allá—exclama Daniel señalando la otra esquina, justo donde terminan las escaleras del barrio.

Los tres corremos y puedo distinguir una cabellera roja muy larga y un hombre que no es muy bueno, y si dejamos que termine de hacer lo que está haciendo posiblemente mañana la muchacha aparezca en el periódico.

—No tengo nada—la voz de la chica suena frágil.

—¡Ey! —me pongo en medio de la pelirroja y Mario.

—Ay vale—dice colocando el arma que antes estaba en la cabeza de la chica en mi rostro. —Quítate Diego que esto no es contigo.

—¿Cómo vas a robar a alguien en plena avenida? ¿Tú eres loco? —tomo a la joven por la muñeca y la coloco por completo detrás de mí.

Siento que la conozco de algún lugar, pero no lo sé.

Este hombre no me cae para nada bien.

—Aquí el loco es otro—Mario suelta el seguro del arma y yo trago grueso.

Mis latidos suben hasta la cabeza, aun así, me mantengo firme.

—Fuera de aquí, Mario. —exclama Antony.

—Ahora tienes niñeras—este hombre me está irritando.

—Que te vayas, vale ¿No ves que la chama no trae nada? —le comento a la defensiva.

Mario se da por vencido cuando ve a varias personas bajando las escaleras, suspira, guarda el arma en la parte trasera de su cintura y se retira.

—¿Estás bien? —me volteo a la chica quien se ve bastante asustada y pálida.

—Sí—afirma en un susurro—Gracias. —sonríe.

—¡Isis!—reconozco a Marie. —¿Por qué te has ido así? ¿Qué te pasa? ¿No ves que esto es peligroso? —toma a la pelirroja por los hombros.

—Me sentía mal, lo siento—la chica habla fuerte.

—Ay amiga—Marie la abraza fuerte—Me has asustado ¿No te hicieron nada?

—No—¿Cómo puede pasar un mal rato y sonreír tanto? —Ellos me salvaron.

—Diego, Daniel, Antony, gracias, es que ella no es de por acá.

Y se le nota, su ropa no es extravagante, pero es de marca, al igual que sus accesorios, ella no estaba consciente a donde venía cuando decidió vestirse.

—Se le nota—comenta Daniel.

—Ten más cuidado con las personas que traes al barrio, Marie—le dice Antony.

—Sí, es que estábamos celebrando. —habla la que creo se llama Isis, su voz es muy suave, cómo la de un ángel. —Y me sentí mal. Muchas gracias a todos, sobre todo a ti.

—Bueno, de nada, adiós—digo sin más.

Empiezo a subir las escaleras a mí casa, siento unos pasos detrás de mí, sé que son de mi hermano y Antony.

—Pero que chama tan bonita—comenta Antony llegando a mi lado.

—¿La has visto? Tiene una hermosa sonrisa, y ni hablar de su cabello. —dice mi hermano.

—¿Y le has visto la piel? —habla Antony—parece un ángel.

—Y habla como tal. —comento no muy alto.

Llego a mi casa y entro a ella sin despedirme de Antony, ni decirle nada a Daniel, sé que ellos aún no van a dormir, pero yo este fin de semana tengo que prepararme mucho para comenzar el lunes mi residencia como médico, necesito estar a mi cien por ciento, quiero salir de todo rápido.

Tengo que sobrevivir a mi carrera y las responsabilidades en el hogar. entro a la habitación, observo a Daniela dormir. Doy la vida entera por ella.


Chama: vocablo coloquial de Venezuela que es sinónimo de chica, chico, muchacha o muchacho

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Chama: vocablo coloquial de Venezuela que es sinónimo de chica, chico, muchacha o muchacho


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