Capítulo veinticinco.

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01 febrero de 2022

Han pasado tres semanas desde que Daniela se colocó los aparatos y está avanzando mucho. Aun se enreda con muchas palabras, sin embargo, habla muchísimo y eso me causa gracia.

Estamos junto con Isis en el centro comercial buscando el regalo de cumpleaños a Marie. No quería venir, acabo de salir de un agotador turno y quería descansar antes de ir al departamento de mi amiga, pero estas chicas prácticamente me arrastraron aquí.

—Ustedes tienen mucho control sobre mí—expreso cuando se paran a comprar helados.

—Deja de quejarte, es la madrina de tu hija—me reclama Isis recibiendo los helados para seguir caminando. —ya nosotros nos habíamos encargado de hacer el pedido, reunir el dinero y todo, aunque sea recoge el regalo.

—Como sea—es lo único que puedo decir porque Isis tiene razón.

Entre Luis, Rose, Isis y yo nos pusimos de acuerdo para hacerle esto y yo lo mucho que hice fue dar mi parte del dinero.

Este tiempo, aunque cumplimos que ella no se quede a dormir en mi departamento, los momentos y besos que compartimos no han cesado, de hecho, ahora creo que pasamos incluso más tiempo juntos. Eso sí, cuando nos toca turnos de noche juntos y podemos descansar Isis duerme entre mis brazos, eso para mí se ha vuelto costumbre, pero no le digo nada.

—¿Sabes, papi? —me dice Dani quien está tomada de mi mano comiendo de un helado—Amo tu voz y la de Isis. No tenía idea que las personas tenían distintos tipos de voz—nos cuenta con un poco de dificultad.

Ese comentario me hace sonríe, siempre me está contando este tipo de cosas.

Hace unos días me comento que le molestan los pájaros, son muy ruidosos y los escucha a donde sea que vaya. Eso me sacó una enorme carcajada. También se sorprendió cuando sintió que el viento hacia ruido, pensó que al no verlo no sonaba.

Y amo cuando ella me cuenta estas cosas, me hace ver la vida de otra forma.

—¿Te gusta la voz de todo mundo? —pregunto.

Ella niega y traga la galleta de la barquilla que estaba masticando.

—La de Lucia a veces me aturde. Pero no le digan nada, por favor. La quiero y no quiero que se sienta mal.

La abrazo por los hombros para traerla a mí y abrazarla. Miro a Isis quien nos ve con ternura en sus ojos.

Hace casi cinco meses cuando llegó al hospital no pasaba por mi mente el tenerla aquí con mi hija y conmigo compartiendo de un pequeño momento. En ese entonces ella me molestaba, siempre tiene una forma de llevarme la contraria y era la única que podía pararse frente a mí para decirme lo equivocado que estaba.

Me percato que ella está muy involucrada en mi vida personal y aunque de ella se sabe mucho profesionalmente, no me cuenta muchas cosas de su vida o en cambio que sean anécdotas antiguas.

Me doy cuenta que a pesar de saber que le encantan las empanadas, odia el color amarillo, es compasiva con los pacientes, una mujer inteligente, su comida favorita en la lasaña, su época favorita del año es la navidad, le encantan los gatitos (tiene dos), es demasiado positiva, su alegría a veces aturde, y se muerde el labio superior cuando está pensando en algo importante. Esos son detalles de su día a día que nunca van a pasar por alto para una persona observadora como yo. Pero no son su historia completa, ella siempre evita hablar muy a fondo de su vida, y eso cada vez causa mucha intriga en mí.

Es alguien importante en mi vida, de eso estoy bastante seguro, es importante para mi hija, sé que se quieren mutuamente, ya es parte de la familia. Pero no estoy seguro de conocerla al 100%.

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