Capítulo treinta y uno.

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Y estoy hablando en serio. Luego de hablar con Luis he pensado mucho en Isis.

Todos necesitamos una red de apoyo, necesitamos alguien a quien aferrarse cuando sientes que tu mundo se viene abajo, y me ha roto el corazón saber que en todo su proceso de lutos y perdidas ella no tenía a mas nadie que Marie y a la distancia.

Así que a partir de ahora Isis es definitivamente mi familia, y aunque lo nuestro no funcione voy a estar a su lado para darle el mas mínimo apoyo como lo hago con Luis, Marie y Rose.

Entro al departamento con Isis delante de mi cargando un bolso donde están sus cosas. Cierro la puerta para conseguir a Nat y Dani en la cocina.

—¡Llegue! —aviso a las chicas que me esperan.

—¡Papi! —Daniela sale de la cocina para luego ver a Isis y acercarse abrazarla.

Arrugo mis cejas al ver la escena ¿La está abrazando a ella primero que a mí? Aun así no me molesta en absoluto.

—Isis se quedará a dormir aquí esta noche porque está enferma y no quiero que se quede sola en su casa. Así que tú dormirás conmigo y ella en tu habitación—dejo el bolso en un sillón y camino hasta dónde está mi hija para darle un beso en la frente.

Daniela me mira, luego a la pelirroja que se ha sentado en el sillón largo y vuelve a mí.

—No quiero dormir contigo—me lanza las palabras y eso me molesta mucho.

—Dame una buena razón por la cual no quieras dormir conmigo, Daniela. —le hablo con autoridad.

Temo que estas palabras sean alguna actitud de preadolescentes, porque si es así, no hay vuelta atrás y esto se va a volver más difícil.

—Porque no quiero, papá—de encoje de hombros.

Arrugo mis cejas y la miro con indignación.

—Vas a dormir conmigo y punto—digo tajante.

—Pero yo quiero dormir en mi cuarto—reclama.

Por alguna razón no la siento muy convencida, ha flaqueado y este es mi momento.

—A la cocina, ya—le mando pasando a su lado directo a la cocina donde se, debe estar Nathaly.

Efectivamente la mujer está frente a las hornillas tostando lo que creo son unos sándwiches. Me paro recostado en la isla para ver a mi hija entrar al lugar.

—Papá, por favor...

—Ya te dije, dame una buena razón. —no la dejo terminar.

Daniela me mira, suspira y deja caer los hombros. Esta es mi señal para saber que he ganado.

—Para nadie es un secreto que tú y...—se da cuenta de su error. Aún se le dificultan algunas cosas—e Isis tienen algún tipo de romance. Ella ya ha dormido en tu habitación contigo, ¿Pueden dejar de fingir? Duerme con ella y ya.

Sus palabras me dejan perplejo y no sé qué decir exactamente. Esta niña es demasiado pila.

—¿De dónde sacas eso? —pregunto cruzándome de brazos.

Daniela pone sus ojos en blanco y también se cruza de brazos. Como odio que haga eso.

—Porque se te nota mucho que te gusta, papá—me dice como si fuese algo muy obvio.

—Eres demasiado observadora para ser tan pequeña—reclamo.

—Habla la persona más observadora que conozco.

Con esas palabras siento como si estuviese discutiendo conmigo mismo y es algo que me impresiona por un momento.

Miro a Nat quien ha dejado de hacer lo que está haciendo y nos mira con una media sonrisa en los labios. A ella esta situación le divierte.

CAFUNÉ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora