Capítulo veintiuno

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05 enero de 2022

Los días están pasando más rápido de lo que deberían.

Estoy demasiado abrumado, el día de navidad cuando le di la noticia a Daniela sobre lo que ella tanto quería ha estado más hiperactiva que jamás en su corta vida lo ha estado.

El año nuevo la pasamos en mi departamento mamá, Dani y yo, como siempre solo nosotros tres.

Y desde el primero de enero no he parado de trabajar, incluso hoy que empiezan las consultas de mi hija con el otorrinolaringólogo no he parado para poder pasar por el área a brindarle apoyo, aunque claro esta que esta con mi madre y por petición de las chicas con Lucia, a quien últimamente se le ve bastante bien.

Remito a un paciente a otro especialista cuando me doy cuenta que no tengo nada que hacer con este, y prácticamente corro hasta el área del hospital de las consultas. Cuando voy cruzando el pasillo me consigo con la escena más linda del mundo.

Están Isis, Lucia, mi madre, Marie, Nat y Daniela sonriendo a carcajadas. Isis articula algo en señas y aunque aún esta aprendiendo se le entiende lo que dice. A mi hija le brillan los ojos y Lucia tan tranquila como hace mucho no la veía.

No quiero interrumpir ese momento, pero debo acercarme antes de que la llamen a su consulta.

—¿Todas las mujeres en mi vida se pusieron de acuerdo para hacer una secta? —pregunto en tono burlón cuando llego al grupo de personas.

Como siempre cuando estamos en presencia de Daniela hablamos en señas también.

—Sí, es peligrosa, y tú eres la primera víctima—me habla Marie.

—Correré mi riesgo—me siento en medio de mi mamá y Daniela.

—Pensé que tenías mucho trabajo—me habla Isis quien está parada frente a mí.

Yo por instinto llevo una mano a la cabeza de Daniela para acariciar su cabello.

—Me he escapado, posiblemente se enojen conmigo, pero no importa—me encojo de hombros.

—Daniela Carrasquero—el enfermero llama a mi hija.

—"El momento ha llegado" —me levanto extendiéndole mi mano.

Ella sonríe, se levanta de un salto para tomarme de la mano y caminar a mi costado, no sin antes hacerle una señal de ánimos a sus compañeras. Eso me causa una sonrisa.

El doctor le hace los estudios necesarios a Daniela, la examina y me da la receta para mandarle hacer los aparatos según su diagnóstico. Nos ha dado el visto bueno y eso hace que mi hija se sientas más eufórica. Según nos dice el médico, la próxima semana ya tendrá todo listo.

Me ha dado recomendaciones para darle terapia para que aprenda a hablar más rápido, y así vaya adaptándose a todo un mundo nuevo que se le abre camino.

La envío a casa con su abuela y Nat luego de salir de la consulta para luego seguir trabajando.

No miento, estoy aterrado ante esta nueva etapa en su vida, pero debo entender que esto es lo que ella quiere y debe aprender a tomar sus decisiones.

Durante mucho tiempo he querido apartarla de la vida real, evitar que otras personas la trataran diferente, y no me daba cuenta que mi forma de protegerla le estaba haciendo daño.

—¿Cómo te sientes? —identifico la voz de Isis sentándose a mi lado.

La observo, tiene las manos metidas en los bolsillos de su bata blanca y sus piernas cruzadas. Estamos sentados en el pasillo que va de la cafetería a la sala de emergencias.

—¿La verdad? Aterrado —le soy sincero—tengo mucho miedo de que esto salga mal, Daniela está demasiado entusiasmada.

—¿Podrías dejar de verle el lado negativo a todo? —coloca su mano encima de la mía que esta sobre mi rodilla.

Este solo acto me causas sensaciones bonitas.

—No lo puedo evitar, es que nosotros vivimos en medio de las desgracias. —miro sus ojos.

—Nosotros somos parte de un milagro, Diego—me da una pequeña sonrisa—Tienes que aprender a verle el lado positivo a las cosas. Es muy triste que alguien llegue a mí con un hígado perforado, pero por lo menos ha llegado vivo al hospital y yo puedo salvarlo.

—No sé, yo no puedo—le hablo bajo.

Desde la vez que nos besamos en el cuarto de descanso no hemos vuelto a tener un acercamiento íntimo, o por lo menos no ese tipo de intimidad. Porque solo el hecho de que Isis ahora es parte de mis días, de la vida de Daniela y está aquí apoyándome en algo importante para mí eso es mucha intimidad.

Sin embargo, la tensión entre nosotros sigue igual, ella me coquetea y yo solo le respondo entre risas.

—Todo va a salir bien, y si no sale, ella es valiente y le buscara otra solución.

La miro a ella y luego sus labios. Me parece tonto el haber pensado cuando la conocí que no era bonita, tal vez porque me puso los pies sobre la tierra de un momento a otro, o tal vez porque llego a mi trabajo y vida como un huracán.

Entrelazo sus dedos con los míos, ella los mira y luego me sonríe.

—Tengo muchas ganas de besarte, Isis—le confieso.

—Entonces hazlo. —dice.

Eso es todo lo que necesito para pegar sus labios con los míos por segunda vez, pero por alguna razón siento que los conozco a la perfección. Que puedo quedarme aquí por el resto de mi vida.

Este beso a diferencia del otro me trae tranquilidad, siento que mi mente suelta todas las preocupaciones que podría cargar.

Ella sonríe en medio del beso, para llevar una de sus manos a mi rostro e intensificarlo, y se lo agradezco.

Nos separamos lentamente, aunque muy a mi pesar.

—Gracias por siempre estar—le doy un último beso en los labios antes de alejarme a mi posición inicial.

—No tienes que agradecer algo que hago con todo el corazón—me dice en voz baja.

La miro y sonrío. Ella me devuelve la sonrisa recostándose en el espaldar de la silla.

Esta situación no es incomoda, al contrario, me gusta la sensación de tenerla cerca de mí.

En ese momento lo que no sabía es que era el inicio de mi vicio.

Otorrinolaringólogo: Médico que tiene una formación especial para diagnosticar y tratar las enfermedades del oído, la nariz y la garganta

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Otorrinolaringólogo: Médico que tiene una formación especial para diagnosticar y tratar las enfermedades del oído, la nariz y la garganta. También se llama médico ORL.

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