Capítulo uno.

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25 de septiembre de 2021.


En El Hospital Universitario de Caracas trabajan una cantidad importante de médicos, entre ellos los que se consideran los mejores del país, sin embargo, cada cierto tiempo llegan médicos de muchas partes a quedarse aquí.

Muchas veces solo vienen por casos, otras a quedarse. Y si no te lo han dicho antes, la medicina es un campo sumamente competitivo, así que cada vez que llega un lote de nuevos especialistas la tensión se siente por todo el hospital.

A pesar de que soy considerado uno de los mejores cirujanos cardiotorácicos del país, también me siento amenazado por los nuevos, sobre todo si son más inteligentes que yo.

—Diego—levanto mi vista del informe médico que tengo en las manos. Marie está parada frente a mí—por todo el hospital recorre el rumor de que el hijo del mismísimo presidente te ha buscado para hacerle un remplazo de una válvula aórtica—sonríe. —Felicidades.

Yo también sonrío. Con el pasar de los años mi talento para la medicina he hecho que sea un tanto arrogante.

Marie aparte de ser mi colega desde hace años, es una amiga que me ha quedado del barrio.

Su cabello largo, negro y ondulado está en una cola alta desordenada que le da un aire juvenil a su rostro moreno a pesar de pasar los treinta.

—Para que ser modesto si sabes lo que te diré.

—Claro que lo sé: Se equivocaban si no me buscaban a mí. —coloca sus ojos color café en blanco mientras intenta imitar mi voz.

Ese solo acto hace que mi risa se intensifique.

Mi celular suena notificándome que necesitan de mi presencia en la sala de urgencias.

—Hablamos—Marie se despide con la mano.

—Dale— sonrío.

Me alegro que ella también pueda estar acá. En el barrio no todos tenemos la fortuna de poder estudiar y mucho menos una carrera tan costosa como la medicina, y hace años tanto Marie como yo demostramos que sí se puede.

Camino rápido hasta la sala de emergencias que está en el primer piso en la parte de atrás del hospital, al entrar a este espacio puedo observar de inmediato que es una locura, enfermeros corriendo de un lado a otro, paramédicos entrando y personas lastimadas por diferentes razones. Reviso mi celular y verifico que me necesitan en la sala ocho.

Paso por un lado de algunos residentes y estudiantes para entrar a la sala, donde hay varias enfermeras de un lado para otro.

—Por favor necesito sangre para trasfusión, es urgente. —le habla una chica pelirroja a una de las enfermeras. —¿Y dónde está el cirujano? Ya debería de estar aquí, que...

—Buenas tardes. —le hablo a la mujer mientras me coloco los anteojos y luego unos guantes de látex.

Es como una cabeza más baja que yo, pálida y juro que si se cae se partiría en dos de lo delgada que es.

—Usted es...—deja la pregunta al aire, cuando voltea a verme.

Lo primero que llama mi atención es el hecho que sus ojos son de un marrón demasiado claro, casi amarillento, su rostro es delicado y lleno de pecas, parece una muñeca de porcelana, pero al observarla mejor me doy cuenta que no tiene uniforme del hospital y mucho menos algún carnet.

—El doctor Carrasquero, me han llamado para una emergencia. —le contesto con seguridad mientras me acerco a la camilla donde está la paciente.

—Mujer de 23 años, ha llegado con golpes internos y externos, con posible hemorragia interna. —me explica una residente mientras yo reviso los aparatos que están conectados a la chica. —lo llamamos porque posiblemente...

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