Capítulo veinticuatro.

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Me despierto con el olor de café recién hecho y huevos. Me muevo para llevar mi mano hasta el lado derecho donde se ha quedado dormida Isis anoche y solo siento vacío.

Abro los ojos en la penumbra de la habitación, siempre me ha gustado tenerla oscura, por lo tanto, tengo en la ventana unas cortinas rolles blackout, si no la abro no entra nada del sol.

Me estiro, froto mis ojos y me siento en la orilla de la cama. ¿Qué hora es?

Camino descalzo hasta la puerta, la abro y el olor del café llega a mí con más fuerza. Arrugo las cejas para protegerme de la claridad del pasillo. Escucho risas así que camino hasta la cocina.

Consigo a Isis en el mesón preparando algo, mientras que Lucia y Daniela están sentadas sobre la isla en posición de indio sonriendo y jugando algo con sus manos. La escena me saca una enorme sonrisa.

—Buenos días—llamo la atención de las chicas.

—Buenos días—contestan Isis y Lu mientras que Dani lo articula con las manos.

Mis neuronas aún están dormidas y no asimilo mucho lo que está pasando o qué hora es.

—Diego, has despertado—exclama Lu.

—"Isis ha dormido en casa" —señala Dani, pero en su rostro veo que con otra intención.

Yo arrugo mis cejas y ellas sonríen.

Isis sigue concentrada en la cocina así que decido caminar hasta donde esta ella. Se ha cambiado con la ropa que tenía ayer en la noche, supongo que solo una camisa mía no era presentable para las niñas.

—¿Qué hora es? —le pregunto a la pelirroja parándose a su lado.

—Son las diez de la mañana. Toma—contesta sonriente y me extiende una taza de café.

Abro mis ojos con asombro.

—¿Las diez? —pregunto.

—Sí, no te quise despertar porque anoche estabas muy cansado. —me da un beso en la mejilla y se voltea para servirles a las niñas un plato con panes y huevos revueltos junto a un vaso de jugo.

—Gracias—la miro mientras sonrío.

—Deberías de dejar de agradecer tanto—se acerca a mí y se recuesta en el mesón a mi lado. —Si no has cepillado tus dientes ve hacerlo, para que desayunes.

Dejo la taza de café por un momento en la isla para cepillar mis dientes, orinar y lavarme la cara. Tenía mucho tiempo que no dormía más de siete horas. Aunque lo que me tiene tan relajado es la presencia de la pelirroja en mi cocina y preparando el desayuno para nosotros.

Soy yo el que prepara el desayuno normalmente, o calentamos de la cena que nos ha dejado Nat, y se siente bien tenerla aquí con nosotros.

Suspiro mientras salgo del baño, debería de dejar de estar acostumbrándome a Isis. Pedirle que se quede a dormir aquí y que Daniela la viera a la mañana siguiente hace que todas las líneas imaginarias que había marcado antes se desaparezcan, es como si esas líneas nunca hubiesen estado.

Aunque para ser sincero ya no me importa.

Desayunamos los cuatro en la cocina hablando de cosas sin importancia. Daniela nos muestra la escuela donde quiere asistir el próximo año escolar cuando maneje bien el habla. Ella siempre ha asistido a una escuela especializada para personas con problemas auditivos, me costó mucho esfuerzo y dinero que la aceptaran ya que es la única que hay en toda la ciudad. Pero ahora que podrá tener una vida normal, es justo que dejen su cupo a otro niño que lo necesite.

—Debo irme—me dice Isis entrado a la habitación cuando me estoy cambiando. La logopeda llegara pronto—a las una empiezo mi turno y tengo que pasar primero por mi casa—se acerca a mí.

La miro mientras se para frente a mí. De repente me veo deseando con todas mis fuerzas que apenas termine su turno venga a dormir nuevamente conmigo. Solo el dormir a su lado se siente bien.

—Está bien—la tomo de las caderas para acercarla a mi cuerpo.

—Creo que no debería de dormir otra vez aquí en tu departamento—suelta en voz baja con las manos en mi pecho.

Ese comentario me deja más decepcionado de lo que debería.

—¿Por qué? —pregunto.

—No deberíamos dejar que Daniela se haga ideas que no son sobre nosotros—explica.

Me saca una sonrisa el saber que se está preocupando por mi hija y por lo que le podría dar ilusiones.

Daniela siempre me lanza expresiones sobre que a ella le gusta Isis para que sea mi novia o cosas parecidas.

—Tienes razón—le doy un casto beso en sus labios y ella sonríe.

—Te llamo apenas salga del trabajo para saber cómo le ha ido a Dani—me da otro beso en los labios, pero esta vez dura más.

—Bien. Luego hablamos—le beso la mejilla.

Isis me sonríe, toma su bolso y sale para despedirse de las niñas que están en la sala.

Tiene razón, no debería de dejar que mi hija la vea como algo más que mi amiga, si esto que se supone que tenemos no da para mas no quiero que Dani salga más decepcionada.

Ayudo y enseño a Daniela a ponerse los audífonos verificando que todo esté en orden y cuarenta minutos más tarde llega la persona que ayudara a mi niña aprender todo lo que debe saber respecto a su hablar.

En la primera sesión descubrimos que Daniela tiene una voz dulce. Hace muchos años ella dejo de usar su voz porque le daba vergüenza, no sabía pronunciar palabra y decidió no intentarlo más. Para ese momento me partió el corazón y quise ayudarla a que entendiera o pronunciara palabras mediante un especialista, pero ella apenas tenía ocho años y se siento presionada, por esa decepción tampoco quería que usara los aparatos. Esa es la razón por la cual ella entiende mucho.

Lucia estaba presente en la sesión así que la animaba con palabras tipo "tienes una voz hermosa, Dani" lo que llenó a mi hija de seguridad.

A partir de ahora todo depende de ella.

Aunque los días siguientes ella sentía mareos y algunos dolores de cabeza, eran muy mínimos, eso me lleno de tranquilidad.

Aunque los días siguientes ella sentía mareos y algunos dolores de cabeza, eran muy mínimos, eso me lleno de tranquilidad

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