Capítulo treinta y tres.

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Su linda sonrisa aparece y me da la mirada más tierna que he recibido de su parte. Eso hace que algo revolotee dentro de mi. 

–Tú Diego, haces que una pequeña parte de mi que está dormida quiera plantarse frente a ti y decirte: “Yes, Daddy.” A todo–ese comentario me hace reír –Mientras que la otra parte quiere gritarte que no soy de nadie. 

Me da un beso fugaz en los labios para separarse un poco de mi. 

–Para mí sí tiene sentido. –me encogo de hombros. 

–¿Por qué? –se cruza de brazos colocando todo su peso en una sola pierna. 

Mi sonrisa se ensancha y la miro directo a los ojos para hacerle saber qué, lo que va a salir de mi es serio. 

–Porque eres libre, fuerte y luchadora, no necesitas de nadie para poder brillar, inteligente y tenaz. Porque hay más de un billón de personas allá afuera –señalo a un lugar sin sentido –Y aún así has decidido darme tu corazón. Y no sé para ti, pero para mí eso te hace tan mía como nada en el mundo. 

Observo el momento exacto en el cual mis palabras la afectan de una buena manera y eso me gusta mucho. 

Deja caer un poco sus hombros y por un pequeño instante puedo ver sus mejillas coloradas. Isis no es una mujer tímida, eso me da una buena señal. 

–Sabes perfectamente como tenerme a tus pies. –dice en voz baja. –Pero en este instante debo evitar una demanda por negligencia. 

Al terminar su oración, mi celular suena avisándome que necesitan de mi presencia en emergencias. 

Me acerco a ella para tomarla de la cintura y llevar mis labios a su oído. 

–Esta conversación podemos terminarla por la noche en mi habitación. –susurro para darle un beso justo debajo de la oreja. 

Me percato que se estremece y eso me saca una sonrisa. No tiene sentido seguir ocultando lo mucho que la deseo físicamente. 

–Espero con ansias. –su dulce voz se vuelve juguetona. 

Y por primera vez desde que llegó a el hospital y empezó a coquetear conmigo deseo con todas mis fuerzas que esto no sea un juego. 

Isis se separa de mi, me guiña el ojo y empieza a caminar a la oficina del directo. 

Yo por lo contrario maldigo la anatomía humana del hombre. ¿Por qué no nos podemos exitar sin que el mundo entero se entere? 

Suspiro y camino rumbo a la sala de emergencia tratando de alejar las imágenes de una Isis desnuda en mi cama para poder concentrarme en el trabajo. 

Al llegar a la sala de emergencia me encuentro con una cirugía de emergencia. Una mujer de 30 años llega con una supuesta indigestión y resulta que tiene las arterias obstruidas, los síntomas del corazón a punto de colapsar se le hacen presente en la boca del estómago, esto es más normal de lo que muchas personas creen. 

El procedimiento no dura mucho así que para la hora del almuerzo ya estoy desocupado y camino al comedor donde me consigo a Marie comprando su comida. 

–Te espero afuera. – me dice pasando a mi lado. 

Yo solo asiento y me dedico a comprar comida. Me siento cansado y apenas son las una de la tarde, quiero acostarme a dormir, y no es algo muy común en mi. 

–¿A qué edad se supone que nos jubilamos? –me siento frente a mí amiga bromeando. 

Marie suelta una risa y luego me mira. 

CAFUNÉ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora