Capítulo veintiséis.

209 29 0
                                    

La vida es demasiado efímera, eso lo he aprendido a lo largo de mi profesión. Pero a pesar de estar rodeados de desgracias o felicidades, no estamos conscientes que algo le podría pasar a las personas que tenemos cerca.

Siempre evito dar noticias a los familiares, lo he hecho desde hace años, no me gusta ver rostros preocupados o esperanzas puestas en mí.

Cuando mi padre murió en el frente de la que era mi casa por un disparo en la frente al negarse a dar un dinero que estaba destinado para la comida de nuestra semana, lo trajimos al hospital con la esperanza de que un milagro pasara. El doctor que nos dio la noticia se llamaba Ángel Andrade, nunca se me olvidó su nombre o rostro. Y yo no quería ser ese doctor para los familiares de mis pacientes, muchas veces no quiero ser la persona que les dé una horrible noticia.

Las paletas del desfibrilador están prendidas en mis manos mientras que el sonido constante de la maquina se filtra en mis oídos. Acabo de perder a un paciente de 32 años en plena cirugía de corazón abierto.

—Hora de la muerte, dos treinta y tres de la tarde—le digo al equipo de quirófano. —Avísenle a los familiares.

Es el primer paciente que pierdo en la semana y aunque no está mal para mi tasa de mortalidad, es demasiado frustrante no poder hacer algo para salvar a alguien.

Salgo del quirófano, me quito el equipo de protección y me dirijo hasta la oficina para poder llenar la parte de papeleos del caso.

—¿Cómo te fue en tu cirugía? —pregunta Isis apenas llego a la oficina, ella también está en trabajo de oficina.

—Falleció—llego hasta donde esta para darle un beso en la frente y sentarme a su lado.

—¿Ya avisaste a los familiares? —pregunta arrugando sus cejas.

Niego con la cabeza mientras me coloco los anteojos.

—El doctor Hernández lo va hacer—le cuento.

—Son muy pocas las veces que te he visto acercándote a los familiares de los pacientes—me dice—¿Sabes que ellos son parte del proceso y que es poco profesional?

Este comentario me molesta ¿Poco profesional? ¿Me está diciendo que soy poco profesional solo por no acercarme a los familiares?

—Mi deber no es con los familiares, es con el paciente—defiendo mi punto. —Soy el mejor de mi área, no necesito lidiar con más personas para eso.

—No puedes solo desvincularte de ellos.

—Llevo muchos años trabajando de esta manera, y no pienso cambiarla solo porque los familiares pueden estar sufriendo, Isis. —sí, mi razonamiento es bastante cruel y frio, lo sé.

—¿No te gustaría que el doctor de alguien que amas mucho se acercara a ti para decirte que hizo todo lo que pudo para salvar a la persona? —pregunta con indignación. —Algún día deberías de dejar de ver a los pacientes como unas simples estadísticas.

Esa es exactamente la razón por la cual odio esa parte del trabajo. No quiero ser ese doctor.

—Tampoco así, no me hagas ver como un ser sin corazón—le comento con fastidio.

—A veces lo pareces—murmura, pero logro escucharla a la perfección.

—¿Disculpa? —arrugo mis cejas.

No, yo no soy una persona cruel que solo salva vidas por dinero y reconocimiento en mi área. Sí, estar en las portadas de las revistas médicas es fantástico y el dinero que gano me da la tranquilidad que deseo, pero tampoco así.

—Solo piensas en tu tasa de mortalidad, no te preocupas que el paciente este bien mas allá de lo que tú puedes "arreglar", ni si quiera tienes un vínculo con los familiares. ¿De verdad no te hace ser un doctor superficial? —esto último lo pregunta en susurros.

CAFUNÉ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora