Capítulo ocho.

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—Hola, ¿De qué hablan? —pregunto llegando hasta donde están Isis, Luis y Lucia.

La niña debe asistir hacerse algunos estudios y su paso por el hospital es constante, Lu se ha pegado bastante a Isis por alguna razón que Luis y yo no entendemos.

—De la Diosa Isis—la sonrisa de Lucia es enorme.

Aun su enfermedad no la ha empezado a consumir y eso es algo bueno.

—¿Diosa? —me llama la atención su comentario.

—Claro, la Diosa Isis—Lu me mira como si fuese algo que todos deberíamos saber.

Miro a Luis por ayuda, pero este solo se encoge de hombros.

—Isis, La diosa de la magia egipcia—habla Isis mirándome. —Mitología Egipcia. —me habla con obviedad.

Me siento raro, soy una persona que siempre quiere saberlo todo, que cuando no entiende algo lo busca en internet o libros, y en momentos como este me fastidian.

—Okey, debo saber sobre esto. —le sonrío a la niña.

Saco mi celular del bolsillo de mi bata blanca para empezar a buscar, pero Lu se adelanta.

—También conocida como Ast, según los otros dioses egipcios es conocida por ser la guardiana de la magia, la muerte, los misterios de vida, protectora de los niños y las mujeres. —Lu habla fluidamente.

—Alguien hizo su tarea—Isis sonríe y le da cinco.

—Todos los días se aprende algo nuevo—la inteligencia de esta niña siempre ha sido algo que me sorprende.

Una diosa egipcia, le han puesto el nombre de una Diosa que casualmente es una guardiana. 

Paso otro rato con ellos y me marcho dándole un beso en la frente a Lu.

Al finalizar mi jornada, en el momento que me estoy cambiando frente a mi casillero, me percato que Isis entra al salón con el bolso de un solo hombro. La miro, pero sigo con lo mío, me quito la bata, luego la camisa del uniforme.

—Diego—me llama con voz baja.

Me paralizo antes de colocarme la camisa porque me gusta cómo se escucha mi nombre en su voz.

Ella me mira y me percato que sus ojos se abren en sorpresa mientras su vista pasa por mi abdomen y brazos, creo que le incomoda un poco.

—Ya me estoy vistiendo, dame un minuto—contesto en el mismo tono.

—Tranquilo...—camina hasta un casillero frente al mío y se recuesta de espaldas con los brazos cruzados —Yo, quería hablarte sobre lo que pasó en la casa de la playa.

Me quedo un rato observándola, ella no tiene ninguna expresión en su rostro y creo que yo tampoco.

—No pasó nada—comento poniéndome la franela color gris.

—Sobre lo que te dije—me mira. Yo saco una chaqueta del casillero—Mira, las palabras simplemente salieron.

—No me tienes que dar explicaciones—me coloco la chaqueta.

—Según lo que recuerdo te llamé arrogante, odioso y machista. Te he insultado.

—Isis—la miro a los ojos—No has dicho nada que no sea verdad—me volteo para tomar mi bolso y cerrar el casillero. —Es más, no has dicho algo que no sintieras, creyeras o fuese mentira—camino hasta ella—No hay problema.

—Yo...

—Ya, déjalo. —le sonrío para tratar de calmarla. —No te sientas culpable por algo que sí querías decir.

CAFUNÉ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora