Capítulo dos.

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El establecimiento es gigante y cuenta con todas las especialidades posibles, teniendo en cuenta que es un hospital de la capital, su estructura es celeste con blanco, los pasillos y consultorios son gigantes, las habitaciones de hospitalización también son muy espaciosas y cuenta con seis pisos, los cuales están divididos; Administración, consultas, hospitalización, cuidados intensivos y quirófano. También cuenta con un área de diálisis y quimioterapias.

Estoy en el gran salón metiendo todas mis cosas en el casillero que me corresponde.

Creo que son las seis o siete de la mañana y me toca una guardia de 12 horas. Definitivamente necesitaré mucho café hoy.

—Algo me dice que necesitabas un vaso de café. —me habla Luis extendiéndome un vaso blanco. —americano sin azúcar, como tu alma.

Tomo el vaso de café mientras sonrío.

Luis es un colega, me lleva unos tres años y es especialista en cirugía oncológica, y como es de costumbre en este hospital, uno de los mejores. Nos conocimos cuando yo llegué aquí como residente hace diez años, fue uno de mis guías y desde ese entonces es la única persona aparte de Marie que considero mi amigo.

—Gracias. —tomo un sorbo del fuerte sabor para dejarlo en la banca del medio donde ahora está sentado mi amigo y ponerme la bata blanca.

—Marie me contó que ayer te fuiste muy tarde por una emergencia, y como tu amigo te lo traje. —me da una sonrisa inocente, pero en sus ojos ámbar me puedo dar cuenta que no solo vino a darme el café.

Cierro mi casillero, me acomodo mejor la bata, me coloco el carnet y los bolígrafos en el bolsillo para mirarlo.

—¿Qué quiere? —me siento a su lado.

Luis abre sus ojos con fingida sorpresa y me mira serio.

—¿Crees que la única forma de traerle café a mi amigo es porque quiero algo? —me habla con un tono de disgusto fingido.

—Creo que de la única forma que le lleves café a cualquier persona en el mundo es que necesites algo.—le digo con obviedad—Menos a Rose, a ella si le llevas café con mucho gusto.

Luis me mira y luego suelta un suspiro para darle un trago largo a su café.

—Necesito que me asistas en una cirugía que tengo dentro de tres días en la tarde.

—Para eso están los residentes. —me levanto de la banca para salir del lugar.

Tengo que ir hacerles algunas visitas a los pacientes y ya llevo varios minutos atrasado, sin contar que tengo que ver a otros pacientes en espera.

—Lo sé, pero no confío en nadie y menos en los residentes. —Luis camina a mi ritmo justo a mi costado.

—Te recuerdo que confiabas en mi cuando yo era residente.

—Nunca confié en ti—suelta una carcajada. —Solo te hice creer que lo hacía para que tuvieras suficiente confianza en ti mismo.

Me paro en seco y volteo todo mi cuerpo antes de darle el ultimo sorbo a mi café y poder mirar de nuevo a mi amigo a los ojos.

—¿Por qué quieres que yo te asista? Ni siquiera es mi especialidad—le pregunto cruzándome de brazos.

—Porque es Lucia—me habla serio y con calma.

Mi corazón cae al piso y trago grueso sintiendo aun el sabor amargo del café y suspiro para acto seguido ponerle una mano en el hombro.

—Entonces tú no vas hacer esa cirugía. —le hablo bajo y él solo niega. —¿Por qué no me dijiste que el cáncer había vuelto? —pregunto.

CAFUNÉ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora