Capítulo treinta y cuatro. (+18)

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Quien da el primer paso es Isis. 

Yo desvío la vista a su cuerpo y trago grueso. 

Ella se quita el sostén con lentitud dejando al descubierto sus senos, que aunque son pequeños, para mí son perfectos. Pálidos y con el pezon enrojecido. 

–No sabes lo mucho que pensé hacer esto, pero ya no puedo aguantarme. –su voz sale baja y áspera. 

Yo por mi parte doy un paso a ella, llevando una de mis manos a su cintura, pero a pesar de la tensión me detengo para pedirle permiso con la mirada. Isis me da una pequeña sonrisa y asiente. Acerco nuestros rostros quedándonos a solo centímetros, subo la mano que tengo en la cintura hasta su seno, pero no la dejo ahí, la dirijo al cuello apretando con suavidad. 

Isis me da una sonrisa pícara y besa mis labios con brusquedad. 

Doy algunos pasos haciendo que ella retroceda y poder pegarla a la pared de espalda mientras el agua de la regadera me moja por detrás. Con mi mano libre busco su pierna para ayudarla a enrrollarse en mi cintura y tenerla aun más cerca. 

La pelirroja hace todo lo que mi cuerpo le ordena. Bajo los besos a su cuello y mi mano a su pezon para poder estimularlo. 

Pero esto no es suficiente para mi. Estoy demasiado exitado y siento que no tengo tanto de ella. 

Sostengo su mandíbula para susurrarle a centímetros del rostro. 

–Necesito más. – mi voz sale gruesa. 

Ella sonríe, se baja de mi cintura para inclinarse frente a mi para mirarme con una expresión que nunca había visto. Esto me encanta. 

–¿Puedo? –pregunta y con la vista mi ereccion. 

Asiento y cuando Isis mete mi pene en en su boca mojada y caliente hace que eche la cabeza para atrás de placer. Suelto un gemido que a ella la motiva más a seguir con lo suyo. 

Succiona estimulandome y pasando su lengua alrededor del glande. 

No puedo permitir venirme primero sin complacerla a ella. 

Así que con suavidad doy un paso atrás para levantarla, besarla y dejarla apoyada en la pared. 

–Ahora es mi turno. –le digo justo antes de lamer sus pezones y bajar mi mano hasta su intimidad para estimular su clítoris haciendo que suelte pequeños gemidos que me llenan de placer. 

Paso mi lengua por su abdomen, bajo hasta su vientre donde consigo una pequeña cicatriz bastante parecida a la que tiene cerca del pecho. 

Siento como se tensa un poco. Pero para mí no importa cuántas cicatrices pueda tener, sigue siendo la mujer más espectacular del mundo. Beso la marca para darle un poco de seguridad y sonríe. 

Quedo arrodillado frente a ella. Ahora sí, literalmente Isis me tiene a sus pies, puede hacer conmigo lo que le plazca. 

Aunque por ahora yo voy a complacerla todo lo que pueda. Le quito el panty, coloco una de sus piernas en mi hombro para exponerla un poco más a mí. 

La miro al rostro pidiendo un permiso que ella me da con la mirada y llevo mi lengua a su vagina. Introduzco uno de mis dedos en ella para lamer, succionar y estimular su clítoris. 

Arquea la espalda en la pared mientras suelta gemidos ruidosos. 

Complacerla de esta forma para mi es la mejor sensación. 

–Diego... –suelta mi nombre entre gemidos. Eso hace que mi pene se ponga más duro. –Voy acabar... 

Cuando escucho esas palabras paro y la miro. Quiero que se venga estando yo dentro. 

CAFUNÉ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora