Capítulo dieciocho

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Todo mi equipo de protección, la camilla y el piso está repleto de sangre. Toda mi visión esta de un rojo escarlata que por un momento me agobia. Mis guantes no tienen rastros de su verdadero color y mi cabeza duele a pesar de la música clásica que se escucha en el fondo.

Los pitidos del aparato a mi lado son intermitentes, el paciente está bien luego de una repentina hemorragia. La cirugía que se supone debía terminar en seis horas se extendió a ocho dejándome completamente exhausta.

—Todos lo hicieron muy bien, gracias—le hablo a el equipo de quirófano.

Dejo escapar el aire retenido en los pulmones para caminar fuera del lugar.

—Doctor, ¿esta bien? —pregunta Vega a mis espaldas. Ella también está cubierta de sangre por donde la miren.

—Avísale a los familiares que todo está bien, por favor. Que estará en UCI por un tiempo. —le digo mientras me quito todo lo que me cubre, comenzando por el tapabocas.

Al salir del área del quirófano me doy cuenta que ya amaneció, debe ser de mañana, o tal vez medio día, no estoy seguro.

Tengo hambre, estoy demasiado cansado y me duele la cabeza por la presión del incidente. Voy hasta donde guardamos nuestras cosas para poder tomar lo mío e irme con mi hija a mi hogar.

Pero me detengo en seco cuando consigo a Isis recostada en mi casillero con una bolsa blanca en su mano derecha, no tiene el uniforme, lleva unos pantalones con un blusón celeste, su cabello esta suelto lo que hace se vea un poco rebelde, pero bonito.

—Saliste—me mira con sus lindas pupilas amarillentas. —Te había guardado desayuno, pero creo que ya es hora del almuerzo. —me extiende la bolsa.

Este solo acto me hace sonreír. No sé porque, no entiendo la razón por la cual me ha salido una risa tonta, pero ella lo ha logrado.

Me percato de un moretón que tiene en el antebrazo casi a la altura de su codo.

—¿Te has golpeado? —le pregunto mientras tomo la bolsa.

Ella mira la región afectada y luego me da una sonrisa.

—Sí, no es nada—pasa la palma de su mano como si se sobara—Cuando iba saliendo de la sala de emergencias me le atravesé a un camillero—me cuenta—dolió mucho—sonríe.

Yo miro dentro de la bolsa para conseguirme un par de sándwiches, este solo acto hace que algo dentro de mi pecho despierte. Es demasiado tonto, Luis, Rose y Marie han hecho esto por mí miles de veces ¿Por qué con ella debe ser diferente??

—Gracias por la comida—camino hasta mi casillero para cambiarme.

—No es nada—arruga sus cejas en dirección a mi cuello para acto seguido llevar su mano hasta la zona—Tienes sangre en el cuello—pasa sus yemas por el lugar.

Ese solo acto me estremece. Cierro los ojos por un segundo para eliminar cualquier pensamiento, pero lo que está reaccionando en mi cuerpo, no mi mente.

—Cirugía complicada—me alejo un poco para empezar a cambiarme.

De verdad quiero llegar a casa lo antes posible.

—Bueno, yo ya te di la comida, te había comprado café, pero me lo tomé—Isis toma su bolso y me sigue sonriendo. —Nos vemos después.

La miro mientras camina hasta la puerta, pero una tonta idea cruza mi cabeza. Empiezo a debatir si le hablo o no.

Está bien, creo que me arrepentiré de esto, pero estoy cansado y la gente cansada no tiende a tomar buenas decisiones.

—Isis—la llamo justo antes de que cruce la puerta—¿Quieres venir almorzar con Daniela y conmigo? —ella voltea y me mira con las cejas arrugadas.

CAFUNÉ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora