Capítulo cinco.

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01 octubre de 2021

Los siguientes días el hospital se sumerge en un ambiente bastante pesado, al parecer se ha corrido el rumor de la pelea de la doctora Aranaga y mía.

La cirugía de Lucia se tuvo que suspender por órdenes del director del hospital y la niña tendrá que quedarse internada en el hospital hasta que se sienta mejor.

Muchas veces Marie y yo tuvimos que calmar a Luis. Yo lo he pensado mucho y tal vez Aranaga tenía razón, no era prudente hacer esa cirugía y he intentado que mi amigo también lo vea. Todos nos estábamos dejando llevar por el cariño que le tenemos a Lu, principalmente Luis.

Y eso es lo menos profesional que he hecho en mi carrera.

Sin embargo, la relación entre él y la pelirroja no es muy buena, todos en el hospital rogamos al cielo para que no les toque por nada del mundo un caso juntos.

Aranaga y yo decidimos llevar la fiesta en paz, lo hicimos más para calmar el ambiente y hacerles creer a todos que no fue una discusión muy seria.

Cuando voy caminando del área de emergencias hasta el comedor pienso en lo efímera que es la vida, en esta profesión se ven y viven tantas cosas que aprendemos a valorar muchas cosas, aun así, no tenemos tiempo para disfrutar de esas pequeñas cosas.

Me paro un momento en medio del pasillo y pienso en Daniela, mi madre, Nathaly, mi hermano, incluso en mi padre que hace muchos años falleció. Pienso en todas esas personas que se han salvado en estas cuatro paredes y quienes nunca pudieron salir con vida.

Recuerdo las razones por las cuales decidí ser médico y pienso en el barrio de dónde vengo. Trago grueso y veo mi anillo en el dedo anular.

—Doctor Carrasquero. —me volteo, veo a la doctora Aranaga con el uniforme azul debajo de la bata blanca y las manos metida en los bolsillos de esta.

Suspiro cuando siento que me falta por un momento el aire en su presencia.

—Dígame. —contesto con educación.

—¿Está bien? —su entrecejo esta arrugado. —¿Va a entrar? —señala la puerta del comedor.

Intento buscar sus ojos y ella hace lo mismo, son grandes y tienen un color bonito.

La entiendo, ella solo estaba preocupada por su paciente e hizo lo que vio era lo correcto, sin embargo, aún le tengo un poco de recelos. Aunque seguir enojado con ella no me deja nada, no somos unos niños de 15 años, estamos en el trabajo y aquí siempre hay ese tipo de encuentros.

—Sí, ¿va a entrar usted también? —le contesto en voz baja y gruesa.

Ella me da una sonrisa genuina que me incomoda un poco para caminar en dirección a la cafetería.

El lugar es muy amplio, tiene una parte al aire libre y otra cerrada, la comida se sirve estilo menú y caminamos hasta donde están Marie y Luis sentados almorzando mientras hablan con un chico que tiene el uniforme de residente.

—Buenas tardes. —habla Isis apenas llega a la mesa redonda y se sienta frente a Marie y a un costado de Luis.

Yo me siento en medio de la pelirroja y el residente que es la única silla vacía.

Observo como Luis la mira, pero no le contesta, él sí le tiene ahora mucha rabia.

—¿De que hablan? —pregunto para aligerar un poco la tensión de la mesa.

—De ir a la playa—habla Marie. Yo arrugo las cejas—Por cierto, él es Carlos Zambrano, mi nuevo cachorro. —presenta al residente.

Aranaga suelta una carcajada y yo solo sonrío. Nadie sabe lo mucho que me gusta cuando Marie llama "Cachorro" a sus residentes.

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