—TN… — Escuchaba desde arriba, en una suave capa de un gris casi negro.
Empecé a mirar a rosas las direcciones, pero aunque avanzara, corriera, hacia delante o los lados, la misma voz venía de la misma dirección.
Y era conocida, demasiado. —Despierta… — De repente, una luz sofocante me encandiló, cerrando los ojos un par de segundos por precaución.
Aún cegado, y con las manos en mis ojos, escuché como unas olas rompían en la orilla.
Poco a poco quitando mis manos y abriendo mis ojos, viendo en una playa, en pleno verano.
Si bien, la imagen no me era muy distante, ¿Qué país suramericano no tenía playas tropicales? Incluso norteamericanos las tenían, era raro, no era familiar.
Era extraño, el sentimiento de soledad invadía cada rincón, y nunca mejor dicho, en el primer sitio que llegué, revisé todo, estando abandonado.
—Es hora… — Escuché, una vez más, de la misma dirección, pero con la diferencia que di un sobresalto y vi el techo del avión donde estaba.
Di un barrido visual, pero estaba solo, quizá no me quisieron despertar, luego de un viaje de casi día y cuarto, siendo el último en caer dormido.
Me levanté, estirando un poco el cuerpo, siendo algo de justicia, fuimos en clase turista, incómodo por más de día y medio.
Tomé mi bolso pequeño y caminé en dirección al aeropuerto por fin, sintiendo ningún ruido, era curioso el cómo nada podía ponerme tan nervioso.
Poco faltaba para conectar con el aeropuerto, pero el miedo se hacía presente, aún faltaba el ruido.
Por un segundo empecé a pensar seriamente en el hecho de haber quedado sordo, pero al cruzar y ya pisar el aeropuerto, nada, no había nadie, no había sonido por la nula presencia de seres.
Empecé a caminar un poco, dando vueltas buscando a quien fuera.
Grité un poco, en inglés por si acaso, pero nada, solo mi propio eco en respuesta.
Mi propia voz nunca me había dado tanto miedo e incomodidad.
Aún con un miedo arrollador en mi, seguí caminando, llegando hasta la zona de migración, obviamente estando vacía en cuento a seres humanos.
Eso sí, todo parecía indicar que la gente se esfumó, todo había quedado tal cual como un lunes a mediodía.
Me senté como si fuera una de aquellas personas trabajando allí, abriendo pasaportes y viendo que no eran personas aleatorias.
Mi cerebro hizo un click, tendría que estar soñando, mínimo. Alcé la vista, revisando un reloj de pared cerca, siendo las ocho de la mañana, y pasada una cuarta ya, saqué mi celular, siendo la misma hora, lo dejé con la pantalla encendida en el mismo rango de visión para ver el reloj de pared.
Si era un sueño, las manecillas no harían nada, mi celular empezaría a volverse loco.
Pero un minuto después, ambas cosas cambiaron, igual que a los cinco, y media hora. Sentía que mi mayor miedo en ese momento no era un simple sueño.
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Nubes - Sana & Tú.
Fanfiction¿Alguna vez te has puesto a pensar en cómo serian las cosas si solo estuvieras con la persona que más quieres en el mundo? En el sentido literal de la palabra, este es el cuento que terminó siendo una espeluznante realidad.