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Me senté frente aquel establecimiento, comiendo algo de lo que compré, luego volviendo a ir hacia Seúl, faltando mucho menos ya.

Empezaba a entrar en el puente del río Han, haciéndome saber lo cerca que estaba ya, poniéndome muy alegre.

En ese momento un gran trueno sonó, asustandome, haciendo que perdiera el control, y cayendo con algo de fuerza a la carretera.

Luego de retorcerme de dolor por un par de minutos, hice conteo de daños, tenía varios raspones, no me golpeé la cabeza y el patinete seguía siendo usable.

Sin más, seguí con la pequeña travesía.

Quizá el pensar más seria, hacia que no me diera tanto miedo que todo estuviera tan solo, pero igual seguía siendo algo sorprendente.

Al menos todo este asunto, me estaba haciendo hacer cosas nuevas, nunca habría montado en algo así, y menos por tanta distancia y en el medio de una carretera inmensa y vacía.

No habían pasado dos horas y ya tenía mucho que contarles a la chicas cuando todo volviera a la normalidad…

Unas pequeñas lágrimas empezaron a salir, quizá culpa del viento, quizá de mi cabello, o aún no me había convencido y creído la mentira de que era fuerte en esa situación.

Ya estaba entrando en el centro de Seúl, y todo estaba como de costumbre, quitando la gente, sucio y caótico para la vista.

Paré un momento, gritando un poco, pero nada ni nadie apareció.

Miré a todos lados, pero solo pude divisar como un montón de nubes negras venían en dirección a mí, siendo eso el trueno anterior.

Estaba algo muy lejos de la casa del grupo, así que si empezaba a llover, tendría que meterme en algún sitio por el día y luego, con un poco de suerte, todos volverían al día después.

En vista de la falta de personas allí, fuí al otro sitio muy poblado, Gangnam, allí al menos tendría sitios más bonitos por si la lluvia aparecía.

Y por lo menos estaba a menos de diez minutos, más cerca de lo que había pensado.

En todo el trayecto solo podía ver autos estacionados, ninguno en la carretera, al menos me dejaban vía libre.

Antes de que pudiera notarlo, había empezado a llover muy suave, lloviznar básicamente, y también estaba casi en el centro de ese distrito, y tenía un centro comercial delante, ya conocido previamente, así que me metí a él, me daba menos miedo que un hotel u otro sitio de por allí.

Además de que había una tienda con unas camas perfectas para la noche.

Dejé el patinete dentro, por si acaso, lo apagué y empecé a caminar dentro.

Luego de quizá nueve pasos, sentí como si alguien tocara mi hombro.

Nubes - Sana & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora