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Yo pasé tal cual todos los días, era mi hogar, pero él parecía haber visto El Dorado, quizá era sorpresa o inseguridad.

— ¿Tienes hambre? — Pregunté, una vez que ambos llegamos al salón principal. Me miró un segundo, luego señalé el estómago y la boca.

Señaló que no. —No soy tan estúpido— Respondió. —Conozco… — Paró. —Yo… — Volvió a parar para pensar. —Frases— Terminó.

Me parecía tan tierno cómo combatía con el coreano, quizá era por mí nulo inglés. Si me conoce, sabe que no puedo con nada de el.

De todos los miles de millones de personas, que acabara con alguien que me conozca, y no pueda hablar bien coreano, era algo gracioso.

—Si, tengo hambre— Respondió en un orden y pronunciación perfectas siguiente.

Fuí a la cocina, siguiéndome él. — ¿Ramyeon? — Pregunté sacando uno instantáneo.

Me hizo una seña de esperar. Fuí por las bolsas, y trajo uno igual.

Saqué el que tenía en mi mano y puse a calentar agua para ambos.

Sacó su celular y empezó a escribir. —Es curioso que ninguno sea coreano, y pasará esto— Dijo luego se leerlo del traductor.

Ambos reímos un poco. Volvió a levantarse y fué por las bolsas.

Sacó varias cajas, muchas, pero eran pequeñas. Volvió a repetir lo del celular. —Hay que cargar muchas— Señaló las cajas, que al ver una, eran baterías portables. —Quizá en una semana se cortará la electricidad— Luego de volver a traducir dijo.

Aunque seguía con la esperanza de que todos volvieran en la mañana, tal cual se habían ido, seguí sus instrucciones, mucho más no teníamos por hacer.

Entre ambos pusimos a cargar quizá dos docenas.

Luego estaba ya el agua, empezando a comer ambos. Para ser algo rápido, frente a un desconocido y siendo ese desconocido el único al menos en Seúl, era divertido.

Al final, terminamos y deseché los envases, el se dedicó a hacer cosas con su teléfono.

Se había sentado en el sofá, pero se le veía consternado. — ¿Pasa algo malo? — Pregunté. El me enseñó la pantalla, siendo el WiFi su preocupación en ese instante, simplemente se la coloqué y su semblante cambió.

—Es nuevo— Agregó. —El mío… — Hizo el característico «puff»

Nos quedamos ambos en los teléfonos de cada uno, haciendo tiempo hasta la noche y que todo volviera a la normalidad.

—Tengo sueño… — Dijo, siendo apenas las siete de la noche, la oscuridad apenas había caído.

Nubes - Sana & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora