39/¿?

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— ¿Piensas quedarte viendo las nubes todo el día? — Pregunté, viéndolo perdido. Volteó un poco, viendo cómo me acercaba, recostandome en el barandal de madera donde él tenía las manos.

—Hice chocolate caliente— Suspiré. —Un poco de leche, y mucha azúcar— Añadí. —Tal cuál cómo te gusta— Terminé.

—Supongo que puedo quedarme aquí hasta que se enfríe… — Miré un poco de lado, viendo que ahora su vista estaba en mi.

De haber sido al principio de conocernos, o antes de perder todos sus recuerdos juntos, me habría apenado y volteado rápidamente sonrojada, ahora solo quedaba tristeza en esa mirada.

Un cascarón de lo que fuimos y ahora solo residía en mi.

Todos aquellos días desde que «regresamos» solo habían sido un intento un poco soso de mi por querer tener aquello otra vez, y de él por no saber que pensar siquiera.

Una vez estás solo, puedes pensar en paz, reflexionar.

Sabía que pedirle a una persona enamorarse dos veces roza lo absurdo, sabía que lo que estaba haciendo por un mínimo de antes no era más que perjudicial.

Quizá, solamente quizá, de haber una remota posibilidad de un mes más con sus recuerdos, podría dar el resto de mi vida.

Hasta esa mirada nunca había entendido lo que era estar enamorada de un fantasma.

Volteé a ver las nubes, habiendo un lindo paisaje fundido en un arrebol precioso.

Uno de los que no dura más de quince minutos antes de entrar al crepúsculo y finalmente, negro.

O bueno, gris, nunca hay un negro o blanco para los humanos, gris muy oscuro esta vez.

Me enderecé, con intención de entrar antes de aquella metamorfosis de colores, con ganas de simplemente ponerme a jugar o leer algo.

—Sana— Escuché al tocar el pestillo. Volteé, sin aquella emoción, aún faltaba. —Gracias— Sonrió diciendo aquello. —Prometo pronto, no se cómo, hacerte tú cosa favorita— En ningún momento quitó su sonrisa. Simplemente, en la misma posición, miró las nubes nuevamente.

Abrí la puerta, entrando, caminando un poco hasta la sala, pero parando un momento frente al espejo del pasillo, viendo cómo tenía una sonrisa sincera, sin siquiera haberme dado cuenta de cuándo se había formado.

































Mis disculpas.

Nubes - Sana & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora