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—Entonces el miedo es lo que los hace aparecer— Conjeté. —Por eso siempre me aparecen a mí— Añadió Sana. —Es cierto, eres a la que más le afecta esto— Me levanté, estirandome un poco.

Miré las manos de Sana, viendo un obvio pánico en ellas a través de no poder tenerlas quietas.

Dejé el arma aún algo caliente en una mesa aledaña, yendo a abrazar a Sana. —Todo va a estar bien— Le dije más cerca. —Lo hiciste bien hoy— Indiqué, rompiendo ella a llorar.

Luego de una noche de no separarnos para absolutamente nada, volvimos a la capital, no saldríamos más en quizá una semana, ambos estábamos afectados ya.

Habría que controlar el miedo, y allí no sería.

Ambos esperamos mientras yo apagaba el auto y me montaba encima un par de armas, entrando ambos de la mano.

—TN… — Dijo sana abriendo el portón principal. — ¿Si? — Pregunté sin más, luego de montarme encima el rifle de asalto.

—Yo no dejé esto así— Me miró, nerviosa y con miedo. Inmediatamente dejé la mayoría de armas otra vez dentro del auto, solo quedándome con el rifle de asalto. Quitándole el seguro y cargandolo.

Sana lo intuyó, abriendo la puerta, para luego pasar yo mirando a todos lados con el arma. —Yo dejé las luces de abajo encendidas— Dijo desde detrás, llevando a la puerta.

Me pidió una señal, a lo que asentí, pasando rápidamente y apuntando sin más.

Por el pasillo principal no había nada nuevo, pero en la sala las luces estaban apagadas.

Miré por todos los sitios de la sala, pero no había nada, pasé a la cocina.

— ¡¿Jihyo?! — Escuché desde la sala. Corrí regresando, viendo como estaba Sana parada al lado del sofá, comprobando yo, estando alguien más.

Pese a que nunca bajé el arma, noté que era ella, reslmente era Jihyo.

—Despiertala— Indiqué, sin dejar de apuntar aún. —Baja el arma— Dijo Sana. —Cuando compruebe que es realmente ella y no una de esas cosas— Indiqué. —Por favor— Se metió en el medio.

—Esas cosas pueden hablar y sonar como otros— Obejeté. —No sabemos si pueden tomar otras formas— Seguí.

Se volteó rápidamente, tocando a Jihyo, y despertandose como lo haría cualquiera luego de un día pesado.

— ¿Qué pasa pequeña? — Susurró mientras Sana la movía mucho. Una vez abrió los ojos, viéndome a mí y como le estaba apuntando, se sobresaltó, colocando las manos en alto.

— ¡Sana! — Gritó. — ¡Detrás!— Le señaló, pero ella me vió, sin asustarse.

—Lo conozco— Le bajó las manos. —No te preocupes— Le dijo. Ella intentó decir algo nerviosa. Intentó señalarme. —Detrás— Soltó, con pavor. A lo que miré de reojo, pero viendo varias figuras a menos de un metro de mi. Volteé rápidamente, solo eso me bastó para notar que eran esas cosas, siendo varías, abriendo fuego en automático desde la cadera.

Nubes - Sana & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora