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El pánico empezaba a atacarme realmente. Dejaba de sentirse como una broma…

Mis piernas empezaban a temblar sin control. Dejándome caer en el asfalto, en el medio de una calle de las cuales tenía miedo de cruzar.

— ¿Dónde están todos… ? — Susurré, empezando a salir lágrimas.

La poca cordura que no sabía que tenía, se estaba yendo. Quizá un par de minutos después, las lágrimas dejaron de salir.

—Está bien… — Me levanté. —Tienes ser fuerte Sana— Miré a la fachada de la compañía. —Como Jihyo o nuestros managers— Empecé a caminar de nuevo dentro.

Empecé a pensar un poco… si todo alrededor estaba solo, alguien debería de haber en Seúl, y más en el centro.

Aunque había un inconveniente, quedaba a casi una hora, y a pie iba a ser una eternidad.

En un momento de más serenidad, revisé la cafetería y curiosamente vi el bolso de Jihyo guardado cerca de la barra, sitio en el que usualmente dejamos cosas y luego las recogemos.

Recorté la distancia y lo tomé, estando mi celular, su cartera, y las llaves de su auto, además de maquillaje y otras más cosas.

Tomé de primeras mi celular, marcando a mí familia, posteando cosas y nada, ni una respuesta ni una reacción, el internet estaba bien, pero no había nadie ahí tampoco.

Tenía que aceptar que estaba sola, de verdad.

Empecé a caminar hacia el estacionamiento, bajando unos cuantos pisos, buscando el auto de Jihyo.

Si bien, lo conocía y bien, había sido su copiloto varias veces, no es como que esté muy certificada para conducir.

Pero es un auto muy seguro, si lo choco, lo pagaré luego, Jihyo tendrá que entender las circunstancias.

Le quité el seguro con la llave, entré luego, lo encendí tal cual hacia Jihyo, di marcha atrás, pero por poco casi lo estrello en ese instante, decidí bajarme, por seguridad del edificio, auto y mía.

En un ataque de estrés, empecé a mirar en todas direcciones, y justo encontré algo que podría servir.

Caminé un poco, quedando en frente de lo que había visto.

Encendí el patinete eléctrico, y por suerte, tenía toda la batería, y era fácil de manejar.

Salí del edificio, con dirección al centro de Seúl, viendo por el camino lo desierto de las calles a mí paso.

Luego de unos quizá diez minutos, hice una parada, una tienda con un nombre algo raro, «hachu» algo se veía bonita, y era de conveniencia, así que entré, tomé algunas cosas y con el poco dinero en efectivo que tenía, dejé casi todo lo que tomé pagado.


Nubes - Sana & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora